Es tiempo de definiciones, el momento histórico lo exige: o se está a favor de transformar la vida pública de México, y de los más pobres y desprotegidos o se está por mantener el estatus quo de las cosas. Es necesario decirlo con toda claridad: No se puede aseverar -aun gritándolo a los cuatro vientos- que se está por un cambio verdadero y profundo para redistribuir la riqueza y las oportunidades, y al mismo tiempo pretender que los privilegios se mantengan, absolutamente, intactos. El discurso debe ir respaldado por hechos que den soporte a las palabras.
Las políticas públicas del gobierno del presidente López Obrador, ponderan el derecho a la felicidad de los olvidados, de aquellos a los que el neoliberalismo segregó por más de tres décadas, sin mayor razón que por un clasismo doloroso que, todos los días, juzga con dureza a esa mayoría que carece de oportunidades económicas, educativas, sociales, culturales, a los que nadie reconoce como suyos pero que ahí están, para conformar la clase social más necesitada, explotada y humillada pues, en palabras de los que miran las relaciones humanas desde elprivilegio, “los pobres deben existir”, para estos “lospobres son pobres porque quieren, porque son flojos”, por citar algunas de muchas afirmaciones categóricas que más que dar risa dan pena en tanto hieren lo más importante que tiene el ser humano, la dignidad.
Se acercan elecciones. Muy pronto veremos acercarse a los simuladores, los que ven una ventana de oportunidad (mero oportunismo) en el Movimiento, más para conservar sus vínculos con el poder político que para apoyar las verdaderas transformaciones; son los impostores de la democracia los que pregonan que las cosas deberían cambiar, mas no para ellos ni parasus cercanos, para estos, las prerrogativas deben permanecer.
Son esos mismos los que estamos viendo pasar de un partido a otro sin el menor recato o pudor político, en nada les importa los asuntos públicos, lo único que les interesa es mantenerse vigentes a como de lugar, aunque eso implique venderse y poner su capital político a disposición del mejor postor.
A estos mercenarios de la política los vemos pasarsedel PRI al PAN, del PRI a Movimiento Ciudadano y, en este tenor, haciendo una alianza ignominiosamentehistórica para la vida política de México y para esos mismos institutos políticos.
Como señaló el presidente de la república en la conferencia mañanera del 30 de noviembre pasado:¿qué diría Manuel Gómez Morín, Carlos Madrazo, Reyes Heroles y los fundadores del PRD?
Muchas cosas no quedan del todo muy claras, lo que sí queda evidenciado es la ausencia de principios y que, lo único que persiguen, es ocupar posiciones de poder para seguir realizando negocios al amparo del poder público. La vergüenza no existe en el mundo que les rodea, para todos ellos el fin justifica los medios. Por el cinismo se les reconoce y hoy, más que nunca se les agradece que terminen con la simulación y se tomen de la mano para encabezar una alianza de lo más perversa y distorsionada.
El presidente lo ha dicho en reiteradas ocasiones: es tiempo de definiciones, nada de medias tintas. ¿Esto qué significa? ¿Es tan sólo definirse o decirsemiembro de tal o cual grupo político o de poder? Eso lo hace cualquiera.
Los simuladores son expertos en el arte del camuflaje, saben y conocen muy bien que, la mejor forma de acceder a un grupo de poder político es corrompiendo, no sólo desde las prebendas y los obsequios, ya ni los cochupos o los actos de corrupción disfrazados de negocios lícitos obtenidos mediante los amigos, sino del cultivo a las personas que ocupan los cargos estratégicos para sus negocios en la administración pública.
El daño que hacen los simuladores es grave, dado que corrompen y pudren las entrañas de cualquier ámbitodonde intervienen. Por eso el Movimiento debe nutrirse de quienes compartan sus mismas convicciones, ideas y programa de acción; en tantodarle cobijo a los que deseen contender por un cargo de elección popular cuya reputación represente todo aquello que se combate, implica la inyección de dosis de corrupción, pues si bien hay espacio para los buenos, no lo hay para aquellos cuyo único móvil es la ambición personal y la mezquindad.
Hoy más que nunca se necesita de la fuerza de lasideas y de los ideales de justicia social, libertad, solidaridad y fraternidad, se necesitan hombres y mujeres de acción verdaderamente convencidos de que la lucha no termina con un proceso electoral, sino que apenas comienza.
A nadie le cabe la menor duda de que los principios lo son todo, mas no es posible partir de los deseos o del estado ideal de las cosas para consolidar un cambio de régimen, olvidar del todo el pragmatismo político puede significar la muerte, por lo que es indispensable hacer uso de la capacidad política enfocada en crear realidades desde las ideas y la acción conjunta.
El cambio de régimen ha hecho rechinar muchos aspectos de la vida pública del país, si no es que todos en lo absoluto, dado que siendo una transformación verdadera y no una simulación orquestada es más que comprensible que exista “oposición” de las cúpulas política y económica, pues llevan décadas creando intereses alrededor del enriquecimiento desmedido y burdo de los que, en un sexenio, “ahorran” lo suficiente para no trabajar por un largo periodo, e inclusive, por generaciones.
Si el lema del 2018 fue “Haremos historia”, el del 2020 debe ser “Hagamos memoria” ya que, olvidar los saqueos a los recursos nacionales, los abusos, el autoritarismo, la corrupción grosera y vomitiva, los lujos y excesos, el desprecio y la arrogancia de los funcionarios públicos hacia el pueblo, y todo aquello que terminó por deteriorar la escasa identidad nacional que comenzaba a construirse a mediados del siglo XX, significaría condenarnos, como nación y como pueblo, a la ignominia total, de la cual, posiblemente, no nos recuperemos en mucho tiempo.