La Revista

Dejemos que las fuentes de vida nos clarifiquen “El gozo del buen ánimo hace florecer hasta las piedras”

Victor Corcoba Herrero
Victor Corcoba Herrero
Sígueme en redes sociales:

Algo más que palabras, por: Víctor Corcoba Herrero

Hoy más que nunca, el mundo tiene necesidad de manantiales puros;
nuestra existencia no puede continuar degradando el agua que llevamos a la boca
o la misma calidad del aire que respiramos. La ocupación de espacios para las
actividades humanas debe realizarse de forma justa. Todo requiere de una
distribución armónica que mejore nuestra propia vida. Los cuidados de los nacimientos
son culminantes para el futuro de la especie humana y de su propio hábitat. Ahí
está la importancia del fluido cristalino para frenar epidemias y enfermedades
infecciosas, o esas masas forestales imprescindibles para darnos energía, que
debemos proteger en todo momento, lo que implica una gran responsabilidad
colectiva, que requiere la colaboración conjunta de las personas, en todas las latitudes.
Ya está bien de engañarnos unos a otros, de vociferar buenos propósitos y hacer
lo contrario, esto trastorna el ambiente y daña a la sociedad. Debemos
cultivar, antes de que sea demasiado tarde, la experiencia de una evolución, de
un cambio de pulso en la misión del deseo, porque la esencia de vivir es dejar
huella, para que prosigan otros caminantes trazando nuevas rutas.

Indudablemente, cada instante de vida tiene sus fuentes que hemos de
custodiar entre todos. La interdependencia es pública y notoria. Trabajemos,
pues, unidos. No malgastemos el tiempo. Hemos de activar, con urgencia, una
atmósfera más nítida. Además de batallar por un mundo más justo y menos
desigual. Nos merecemos, sin exclusión alguna, un níveo bienestar integral. En
consecuencia, tenemos que asegurarnos de no dejar a nadie en el camino. Al
igual que ningún país del mundo puede certificar, no tener problemas de
derechos humanos, tampoco podemos afirmar que todas las especies puedan
continuar creciendo y desarrollándose cada día, debido en parte a la ausencia
de esos transparentes recursos naturales que necesitamos para alentar nuestros
pasos y permanecer activos. Sabemos que el incoloro, inodoro e insípido elemento,
es principio de todo paso; sin embargo, aún no llega de forma segura a un gran
número de seres humanos, sobre todo a los más pobres, donde el agua potable todavía
es inaccesible para muchos. Son estas miserias, precisamente, las que nos
desequilibran, restándonos fuerza de subsistencia.

Desde luego, nunca podemos caer en el desánimo, por muy tristes que sean
los aconteceres. Tenemos que dejarnos envolver por el viento impetuoso de los
sueños y siempre estar en camino. El gozo del buen ánimo hace florecer hasta
las piedras. Resulta saludable, por consiguiente, que todos los líderes
mundiales tomen el coraje del sentir y discutan cómo asistir a los países más
golpeados por la crisis causada por el COVID-19. Junto a este desvelo, también
tenemos que proteger más y mejor nuestros propios manantiales armónicos, ya que
si hay algo que revela la conexión entre la salud humana y la naturaleza, ha
sido la pandemia del coronavirus, que nos insta a salvar esa cantidad de linajes
que están en un riesgo inminente de extinción. Por desgracia, hemos globalizado
este espíritu corrupto que todo lo divide y criminaliza, en lugar de propiciar
otro obrar más sereno, de entrega y solidaridad hacia el análogo; porque no es
el dolor el que hace al torturado, sino la causa. Y en este sentido, las
procedencias egoístas nos dejan sin mundo interior. Cuidado con la gente cuya
ponencia existencial nunca se modifica, ya que todo requiere renovación; de lo
contrario, será igual que el agua estancada, que no mueve molinos y además
engendra reptiles en su percepción.

No me gustan viandantes con revestimientos y de ningún modo resentidos.
Nos impide verles y mirarles, sobre todo para percibir que caminan hacia
adelante y hacia lo alto, abriéndose a la belleza del encuentro. Esta presente aura
que respiramos entre sí, ha de hacer que nos entendamos, ya que nos envenena en
lugar de reconciliarnos. Sea como fuere, tampoco es de recibo continuar
lamentándonos. Lo importante es regenerarse, modificar planteamientos,
transformando ambientes que favorezcan la crianza de esa flora y fauna que nos
pone una sonrisa en los labios y hasta nos injerta alas de satisfacción. Al fin
y al cabo, todo ha de manifestarse en poesía; si los cielos emanan la gloria
del verso, la tierra ha de manar el goce de habitarla. Jamás trunquemos las hermosuras
de la naturaleza, si acaso trabajemos por mejorarlas, en absoluto por
destruirlas.

Por eso, se me ocurre pensar, que tal vez sea bueno
acelerar la transición hacia una caudal ecológico y digital. Desde luego, el
futuro espacio mundial de innovación ha de crecer en plataformas digitales,
pero también en escenarios verdes, sin
venderse a intereses espurios de mercados que nos impidan respirar, avanzando
en esa reconstrucción ecológica, en comunión con todo lo que nos rodea y que
son gérmenes de savia. Dejemos, de una vez por todas, de dar la espalda al
paraíso por el que nos ha tocado transitar, para mejorarlo y no para convertirlo
en un cúmulo de tinieblas. La
responsabilidad es nuestra, de todo ciudadano. Impliquémonos entonces

Victor Corcoba Herrero
Victor Corcoba Herrero
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último