La Revista

Del banco de aquella tarde..

Cristina Padin
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En un lugar de España, de cuyo nombre por supuesto sí me acuerdo, sucedió algo muy bonito una tarde. Diez eran diez, como los diez mandamientos, los bancos que había en aquella calle. Diez eran diez, y ninguno era tan distinto como aquel. El que hacía el número dos en la hilera… Era, de los bancos aquellos, el más sencillo, por su posición jamás le daba sombra. También cojeaba un poquito de una pata, y en sus tablas de madera alguien había escrito “viva yo”, “soy taurino” y “te amo, Pepe”… Tres mensajes diferentes: pura egolatría, pura afición, puro amor.

El banco era cálido y acogedor. Sereno, fiel, firme. Acogía en su estructura tal vez algo frágil la fragilidad dulce de dos ancianitas que se sentaban allí cada atardecer, cuando ya el sol se iba a dormir y refrescaba el calor. Hablaban de Morante, o del Cid Campeador, o de su infancia de rodillas con herida y pan con aceite, y sonreían a su larga y viva vida.
Un anochecer no se sentaron las señoras. Se quedaron de pie, una apoyada al bastón, la otra a la pared. Después aplaudieron. Al banco había llegado un soñador, romántico héroe de la verdad y el valor, y estaba allí. Y contaba cosas. Y algunos escuchaban…

Del banco de aquella tarde se pueden contar muchas cosas, y todas buenas. Del hombre que supo soñar y conversar también. En breve leeremos algunas…

Dedicado a los bancos. A unos más que a otros..
Dedicado a mi hermana, que me pidió que hablara del banco
Al jefe
A los soñadores de los bancos
A Morante
A Cervantes
A España
A Loli Lalín: feliz 50 cumpleaños. Me divirtió mucho crearte!
A mi niño Luis
A Paty
A Pepe. A cada Pepe. A unos más que a otros
Y a mi amigo Manuel
A la feria de Algeciras: me encanta!

Cristina Padin
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