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Del debate a la acción

Jordy R. Abraham Martínez
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Sobran los motivos, por: Mtro. Jordy R. Abraham.

Hay diferentes formas de ejercer el liderazgo y distintos espacios disponibles para exponer ideas innovadoras que respondan a problemáticas sociales. Por supuesto, los medios tradicionales de comunicación son plataformas importantes para el fomento de la discusión de la agenda pública. A su vez, las instituciones gubernamentales tienen el deber de generar una sinergia de diálogo con la ciudadanía para recoger las demandas de la población y actuar en consecuencia. Ciertamente, esta dinámica se ha potenciado en los últimos años con buenos resultados. 

Ahora bien, las democracias sólidas se fundan en la articipación activa de los integrantes de la comunidad en torno al debate de las ideas. Las redes sociales permiten nuevas formas de interacción en las que hoy tienen voz sujetos que probablemente antes no tendrían la posibilidad de expresar sus pensamientos.

También han surgido liderazgos que emplean hábilmente las redes sociales para posicionar determinados mensajes. Sin embargo, la mera manifestación aislada de una idea puede ser estéril cuando no existe una discusión constructiva con respecto a las opiniones o propuestas emitidas, sino únicamente un intercambio de descalificaciones, muchas veces motivado por el anonimato o la despersonalización propia del mundo digital. 

El establecimiento de grupos orgánicos empoderados y facultados para debatir temas de la agenda pública es positivo, ya que con ello se logra el impulso requerido para elevar la discusión, además de crear un campo de oportunidad para la generación de propuestas viables que se aboquen a resolver asignaturas pendientes. 

De ahí la necesidad de fomentar la conformación de grupos organizados que funjan como centros de incubación de proyectos como resultado del debate de las ideas. Los think tanks son un activo social por el potencial alcance de las propuestas y estrategias de acción que de ellos emanen. 

Así mismo, son agrupaciones que nutren permanentemente el bagaje de conocimiento de sus miembros, por lo que es de esperarse, que de estos entes surjan líderes responsables en diferentes ámbitos, tales como el cultural, el social o el político. El objetivo de los think tanks

auténticos siempre será el de servir como instrumentos en pro del bien común. 

Participemos del debate de las ideas y fomentemos el diálogo abierto en nuestro entorno. No temamos a la confrontación de puntos de vista u opiniones divergentes. Dentro de las democracias, las discrepancias son sanas, siempre y cuando exista un consenso respecto de principios elementales como el respeto, la tolerancia y la libertad. Levantemos la voz para proponer soluciones puntuales que contribuyan al desarrollo colectivo.

Jordy R. Abraham Martínez
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