Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham Martínez.
JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham
Cada vez hay una
mayor conciencia sobre la importancia de expresarse correctamente por medio de
la palabra. La comunicación verbal nos permite interactuar con las personas y
relacionarnos en nuestro entorno. Esta revalorización de la oratoria es
positiva ya que permite a la gente darse la oportunidad de trabajar en el
desarrollo de las habilidades de expresión al hablar.
Si bien,
tradicionalmente los oradores realizan el arte de dirigir discursos hacia
audiencias numerosas o masas, lo cierto es que la elocuencia es sumamente útil
para ejercer la comunicación uno a uno, así como entre grupos reducidos. Ya se
ha superado aquel mito que limita la funcionalidad de la oratoria para quienes
se desempeñan en el campo de la política o la abogacía.
Son muchos los casos
de empresarios que se ven en la necesidad de hablar en público para presentar
algún proyecto o simplemente para brindar un mensaje a sus colaboradores. Del
mismo modo, han incrementado los foros diseñados para que diversos líderes de
opinión transmitan sus puntos de vista de una manera abierta. Más aun, nadie
está exento de verse en la obligación moral de pronunciar un discurso en
determinado evento social, ya sea en una boda o una celebración particular. Las
probabilidades de requerir de habilidades oratorias son altas por lo que
debemos estar preparados con independencia de nuestro perfil profesional.
Ahora bien,
considero que hay un punto de mayor trascendencia para aprender a ser
elocuentes, además de incrementar las posibilidades de evitar el ridículo ante
una situación fortuita. El proceso por medio del cual se desarrollan las
habilidades comunicativas es enormemente enriquecedor.
En primera
instancia, un orador destacado, forzosamente deberá contar con un bagaje
cultural suficiente. En consecuencia, el primer paso para hablar correctamente
en público radica en leer para adquirir conocimientos básicos con el propósito
de estar bien informados sobre aquello que acontece en el contexto económico,
político y social a nivel local pero también internacional. Así, estar al tanto
de las noticias, leer artículos de opinión de expertos y revisar los periódicos
se vuelve un hábito. Esto es especialmente relevante al momento de improvisar,
porque la información ya está en la mente y solo hay que transmitirla a través
de la palabra. La improvisación no es tarea sencilla debido a que no es
sinónimo de inventar, sino que se deben ordenar las ideas y emplear los
conocimientos que se tienen para generar contenido discursivo adecuado según la
ocasión. Por lo general, el recurso de improvisar se torna indispensable cuando
surgen eventos inesperados que precisan de respuesta inmediata. Por supuesto
que la agilidad mental juega un papel clave para tal menester y esta cualidad
se refuerza con práctica.
La técnica es otro
aspecto fundamental de la expresión oral. El buen empleo de los ademanes, la
voz, la expresión facial y la postura son herramientas eficaces para comunicar
el mensaje. La forma es tan significativa como el fondo, por lo que no deben
descuidarse estos elementos. Claro está que el contenido del discurso necesita
de solidez, ya que debe aportar algo positivo a quienes escuchan. La oratoria
tiene por objetivo el invitar a reflexionar y motivar a actuar. Sin persuasión
contundente, no hay oratoria. No obstante, si el discurso no va acompañado de
gestos, entonación y ademanes que le otorguen fuerza, será complicado convencer
a la audiencia del mensaje.
Para llegar a ser
un óptimo orador hace falta recorrido y es inevitable cometer errores en el
proceso. Sin embargo, el camino hacia el dominio de la oratoria ayuda a forjar
el carácter y se traduce en la generación de habilidades positivas como la
constancia, el empeño y el compromiso. Los resultados son favorables para el
crecimiento personal de quienes practican este arte.
Todos pueden ser
líderes oradores si se deciden a serlo. Es un esfuerzo que vale la pena
realizar para ser mejores profesionistas, pero también mejores personas. La
sociedad necesita nuevos liderazgos que llamen a otros a tomar acciones para construir
una agenda en pro del bien común. Usemos el poder de la palabra para hacer el
bien y ser agentes de impacto positivo en nuestro entorno.