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Demagogia, sesgos de confirmación y cerebro

Alonso Ronald Ortiz Garcia
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Por: Alonso Ronald Ortiz García. 

@RonaldOrtizG

Emerge en situaciones de frustración, de
crisis. La demagogia se constituye como una práctica política que corrompe la democracia,
la pervierte. El demagogo busca el apoyo de las masas, estimula aspiraciones
mediante promesas falsas.

Aristóteles ya escribía de la demagogia
como la perversión de la democracia: el gobierno autoritario de uno sólo en
nombre de la multitud.

Orozco, nuestro glorioso muralista,
representó también la demagogia en uno de sus murales del Hospicio Cabañas. En
esa pared se ven sombras, unas más grandes que otras, pero todas en pose de
retórica: se encuentran dando discursos. La última sombra, la que representa al
mayor de los demagogos, aparece como figura incompleta: le falta la cabeza.

La característica quizás más notable de la
demagogia es la constante invocación de futuros ilusorios y la total falta de
proyección de políticas de Estado a largo plazo; el demagogo tiene su encanto
pero a final de cuentas, más temprano que tarde, debela su falta de cerebro.

Insulta, agrede, descalifica, incomoda y
trata de hacerse dueño del sentir popular. Es mercader del descontento.
Necesita de las masas: el demagogo dirige con oratoria incendiaria, hacia fines
de satisfacción inmediata por lo que consigue que le otorguen un poder cada vez
mayor.

La gente, así encantada, vive en una
especie de éxtasis político, caracterizado por los sesgos de confirmación.

El sesgo de confirmación es la tendencia
de una persona a favorecer la información que confirma sus suposiciones o ideas
preconcebidas, independientemente de que éstas sean verdaderas o no.

La mezcla de demagogia y sesgos de
confirmación puede dar expresiones discursivas dignas de análisis. Leí un tuit
que puede sintetizar -con riesgo de parecer simplista- estás maniobras
discursivas:

“¿Eres liberal? -¡Viva Juárez!

¿Eres conservador? -¡Viva la Constitución
Moral!

¿Indignado? -¡Tiraré las reformas!

¿Miedo? -Las reformas seguirán

¿Estás contra la mafia? -Combatiré la
corrupción

¿Eres corrupto?-Te perdonaré”

Si pensamos en cada uno de los
destinatarios de los enunciados anteriores podríamos distinguir personas que
justifican su apoyo desde ópticas completamente distintas, que tienen más que
ver con lo que ellos son que con la realidad.

En este punto, vale la pena hacernos
algunas preguntas: ¿estamos realmente sesgados hacia la confirmación de
nuestras creencias?, ¿buscamos sólo opiniones en prensa, foros y redes sociales
que confirman nuestras ideas ignorando a
quien opina diferente?

Frente al proceso electoral: ¿analizamos a
nuestro gallo de forma especialmente optimista sin argumentos reales?

Estás preguntas sugieren que mostramos
sesgos de confirmación porque nos da miedo equivocarnos: en lugar de investigar
preferimos hacer todo para justificar nuestra elección como la mejor.

¿La solución? Responder con cerebro ante
la demagogia que se aprovecha de nuestros sesgos de confirmación.

No me lo tomes a mal: tu candidato puede
seguir siendo tu candidato. Pero elígelo con argumentos, con información y con
razones de fondo. Analiza opiniones contrarias a las tuyas: si los argumentos
contrarios son lógicos y tienen sentido, posiblemente puedas abandonar la
trampa de los sesgos.

Si te animas a algo más puedes hacer como
“abogado del diablo” intenta argumentar como si pensarás de forma
completamente opuesta. Seguro encuentras algo.

Alonso Ronald Ortiz Garcia
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