Por: Alan Javier Contreras Castillo*.
La estrategia de comunicación de Andrés Manuel López Obrador durante la campaña presidencial, se basó en gran medida en un esquema de contraposición a los argumentos y propuestas de sus competidores de otros partidos políticos. A más de tres meses de haber resultado ganador de las elecciones presidenciales, el modelo, es prácticamente el mismo. Todo lo que hizo el gobierno en turno debe derogarse, rehacerse, modificarse o eliminarse. Si bien la comunicación del nuevo gobierno cuenta con la ventaja de la legitimidad que le otorgaron los ciudadanos el pasado 1 de julio, también es un hecho que enfrentará desafíos interesantes.
A saber, prospecto dos grandes desafíos a enfrentar, el primero tiene que ver con la continuidad en el hastío de la sociedad hacia el gobierno. En la comunicación de la campaña se nutrió el descontento iracundo hacia el gobierno en turno, era muy fácil culparlo por todo; ahora me pregunto quien será su blanco cuando asuma el poder, ¿Podrá reconocer cuando alguna de sus decisiones conlleve efectos negativos?
El segundo desafío se relaciona con los compromisos a cumplir; todo aquel discurso donde se ofrecían “verdaderas oportunidades de mejora”, becas para ninis, aumento de las pensiones a los adultos mayores, amnistía para los delincuentes, entre otras muchas promesas de campaña, generó y sigue generando muchas expectativas que están por saber si se cumplirán o no. Ahora la responsabilidad de dar los resultados que tanto prometió está de su lado y no existirán chivos expiatorios a quienes culpar ya que con la conformación de las Cámaras del Congreso de la Unión, prácticamente la única limitante que tendrán, será la modificación constitucional. De ahí en fuera, cualquier acto que deseen ejecutar, estará avalado por su mayoría legislativa, y los primeros decepcionados ya hicieron eco de esta situación al quejarse por el aumento en el precio de la gasolina que MORENA había prometido no sucedería más.
Como anexo, otro reto comunicacional, que no es ajeno al nuevo gobierno, es el que viene acompañado con el discurso de la democracia. Casi todos los candidatos que aspiran al poder, enarbolan la democracia como estandarte de sus propuestas y éste no fue la excepción, el único detalle, es que su democracia de facto, se basa en la división, pero sobre todo en la exclusión de los llamados “…” (Entiéndase por eso, el término de cuatro letras con acento en su vocal final, que no pienso escribir en este artículo por lo ridícula que me parece). Su democracia demuestra no ser incluyente al catalogar a “buenos”, “malos” y “…” como distintivo social. Ese, estimados amigos, será justamente su reto, armonizar una democracia incluyente entre los grupos vulnerables, las divisiones esbozadas por ellos mismos y la ciudadanía en general.
Considero que el desafío más interesante a resolver, será el de las expectativas vs resultados. Manejar una comunicación que les permita salir avante cuando no puedan rendir cuentas de lo prometido, será una materia de análisis sumamente llamativa, que en su momento estudiaremos. Por ahora esperemos tres semanas para ver como se arma la estrategia de comunicación para el cierre de los dos días en San Lázaro con motivos de la toma de protesta de nuevo presidente. Hasta pronto.
*Alan Javier Contreras Castillo
Director Ejecutivo de C&C Consultores
Lic. en Ciencias Políticas por la Universidad Modelo
Asesor de la LXIII legislatura- Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
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