El tiempo -ese reloj imparable en la vida de los seres humanos- cobra factura. Y la puede cobrar de manera positiva o negativa. Mi abuela sentenciaba sabiamente que no es lo mismo una “antigüedad” que algo “viejo”. *La diferencia, entre lo uno y lo otro, no radica en lo cuantitativo sino en lo cualitativo*. No es el número de años, sino la calidad de esa existencia.
Siempre he admirado la buena madurez humana y la buena vejez, aquella en que la persona no acumula años, sino virtudes, certezas, sabiduría, bondad, generosidad y ejemplaridad. Para mí fortuna, he tenido el honor de conocer -a lo largo de mi vida- a personas con estas maravillosas características.
Contrario a lo anterior, *existen personas que mientras el tiempo transcurre viven acumulando rencor, odio, envidia. Personas con el alma muy deteriorada y la palabra cargada de engaño. Personas que construyen su “popularidad” en su capacidad de contagiar a su entorno de su propia ira; de su bravuconería; de sus ánimos de revancha. Personas que no construyen sino que destruyen. *
Este patético tipo de personas *NO MEJORAN CON EL TIEMPO, SINO QUE EMPEORAN DÍA A DÍA*.
*El presidente López va de mal en peor y se muestra más irascible e intolerante a las críticas hacia su persona y su singular manera de ejercer el poder (si es que a ese caricaturesco espectáculo mañanero se le puede calificar como “gobernar”). *
Lo que se observa en México es ya un lamentable, vergonzoso y grotesco gobierno. Todos los días, las noticias muestran a un presidente incapaz de gobernar para todos los mexicanos. Un mandatario encerrado en la obtusa terquedad de un guión añejo, trasnochado, mediocre, mediante el cual construye todos los días un discurso que corroe a la sociedad, que le divide, que le enfrenta. *Una retórica que es el reflejo perfecto de su alma: veneno puro.*
*AMLO entrará, sin lugar a dudas, en un proceso paulatino de deterioro, no sólo el físico (propio de su edad) sino de deterioro emocional. AMLO envejece mal en ambos sentidos. Su incapacidad y la de sus colaboradores les está llevando a una espiral de mediocridad inevitable, en la que permanentemente cometen despropósitos gubernamentales. La inseguridad y la economía son dos perlas de ese rosario de barbaridades que esta administración ha vuelto una pesadilla para la nación. Del trágico manejo de la pandemia ni hablar.*
Ante todo lo anterior una cosa tengo clara: *el grave deterioro emocional del presidente se está traduciendo en el deterioro de México. Qué peligro.*
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