La Revista

Don Eduardo

Armando Escalante Morales
Armando Escalante Morales
Sígueme en redes sociales:

Don Eduardo.
Líder.

Un fuerte abrazo Rodrigo para ti y todo el equipo editorial que te apoya dïa con día en el firme propósito de continuar la tarea, de cumplir esta cruzada y un agradecimiento muy particular al espacio siempre franco y abierto que nos da cobijo hoy en estas páginas.

Por: Armando Escalante Morales. 

—¿De qué está marcada la espalda de un líder? —nos preguntaba don Eduardo Menéndez para enseguida responderse: “de traiciones, esas son las puñaladas que se llevan a cuestas cuando se asume un liderazgo”. Y es que la lapidaria sentencia nos pintaba de cuerpo entero la vivencia que tiene el ser humano cuando avanza y destaca en la vida.

Al recordarlo en ocasión del aniversario 22 de su fallecimiento, es inevitable reflexionar sobre la obra editorial de don Eduardo en La Revista Peninsular y su aportación a la vida democrática de nuestro estado y del país. En el transcurrir de estas décadas, es innegable que haber puesto los cimientos de este esfuerzo periodístico significó hace más de 33 años, un parteaguas en el desarrollo económico, político y social de Yucatán. Su legado fue pieza clave en la formación de opiniones muchas de ellas transmitidas a través de las páginas de este semanario que generaron sinergias de positivos resultados.

Con la dirección y guía de su fundador, las páginas de La Revista —desde sus orígenes— fueron abiertas a manifestaciones plurales de todas las ideas, dando libre espacio a una variedad de plumas —autores locales, nacionales y hasta internacionales— muy divergentes y de ideas opuestas, incluso mediante colaboraciones radicales y de relevante dureza. Todas esas aportaciones en su momento contribuyeron a la entonces naciente democracia, tan imperfecta, tan anhelada y tan inconclusa, que nos han permitido llegar al Yucatán de hoy.

Desde hace 22 años corresponde guiar el timón de La Revsta a su actual director —Rodrigo—, seguir de frente en esta tarea de impulsar la libre expresión, ampliando sin duda los alcances hasta ahora obtenidos en las más de tres décadas que lleva de existir el semanario, construyendo nuevas formas de comunicación a través de la radio, la televisión y las redes sociales, donde también está presente.

Extrañar a don Eduardo va más allá del aspecto humano que sin duda podemos advertir. Nos hace falta él con ese espíritu incansable de lucha, con ese combate diario que asumía ante hechos de trascendencia local o del país; nos hace falta para dirigir nuevas cruzadas que reclaman liderazgo, dirigir las velas hacia horizontes que nos lleven a tierra firme. Su presencia hoy nos ayudaría a esclarecer el rumbo que le falta tomar a la sociedad, serviría de motor para empujar acciones que debemos ejecutar. Don Eduardo nos hace falta para hacer florecer ideas que nos lleven a la anhelada convivencia que se ha perdido en estos años de desorden en el plano nacional, de pasividad e inacción social.

La ausencia de líderes entre nosotros comienza a hacer crisis en un estado donde las luchas cívicas fueron el baluarte que nos orientó, la fortaleza que nos distinguió. Eso se extraña hoy en Mérida, en el estado, en todo el Sureste, el pais entero busca un guía y un faro que retome el rumbo perdido de una Nación que así lo reclama.

Don Eduardo como otros líderes que ya no están entre nosotros, hacen falta en momentos tan críticos como los que se viven en todo México, cuando la larga lucha democrática que tanto trabajo nos costó lograr, ahora está en riesgo; cuando las instituciones del país se ven doblegadas ante actitudes mesiánicas de los falsos “guías” que solo buscan su provecho personal.

Nos hace falta en el plano local para retomar el camino extraviado por la inmediatez y la improvisación; para vencer la superficialidad y señalar con firmeza y contundencia —con índice de fuego— a quienes fingen un liderazgo fatuo mientras gozan de una supuesta presencia social, sin tener la espalda marcada que distingue a todo buen líder.

Decía el fundador de este semanario que hay deudas que no se lquidan nunca y esas son las deudas de gratitud: “no se saldan, solo se abona a ellas”. Es momento de volver a dar la gracias a lo que en vida nos legó don Eduardo. Mi agradecimiento para él por todo lo que en su momento significó acompañarlo en esta labor. Su confianza y respaldo fueron los compañeros de viaje en los años que hicimos mancuerna para semana a semana cumplir con aquella encomienda editorial. Aquí seguimos presentes.

Armando Escalante Morales
Armando Escalante Morales
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último