El mundo no escucha a los científicos, esa es una realidad. Si así fuera muchas de las personas que hoy se resisten a aplicarse la vacuna contra el Covid no dudarían en hacerlo. La ciencia ha demostrado que las vacunas son seguras, pero los anti vacunas prefieren hacer caso a influencers, coachs de vida o al conspiranoico en turno que aparece entrevistado en algún programa de televisión en el que supuestamente se hace periodismo. A este fenómeno social se le podría llamar Libertarismo de derecha llevado al extremo, un libertarismo reflejado particularmente en los Estados Unidos un país en el que cualquier intervención del Estado – aún aquella respaldada por la ciencia – es vista como una atentado a las libertades individuales sustentadas en un orden “natural” e incluso “divino”. Una nación en la que existe una gran desconfianza hacía ciertos sectores de las élites gobernantes e intelectuales incluidas aquellas que tienen el conocimiento para poder hacer frente a crisis que ponen en riesgo a la humanidad entera.
Ese es el contexto de “Don’t Look Up” de Adam McKay, una película en la cual dos científicos – interpretados por Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio – descubren un cometa que inevitablemente chocará contra la tierra causando un evento de extinción global. Ambos intentarán alertar al gobierno norteamericano, a supaís y al mundo entero sobre la destrucción inminente, pero se encontrarán con una Casa Blanca más preocupada por las encuestas de popularidad, con medios perdidos en noticias banales y con una sociedad atrapada por la desinformación y que rinde culto a los gurús del emprendimiento tecnológico que prometen un mundo mejor a partir del consumo de sus productos. Hombres y mujeres de negocios (aunque odian que les llamen así) conintereses particulares que promueven en pequeños círculos políticos y financieros disfrazados de la búsqueda del bien común. Los científicos serán en su momento víctimas de la fama instantánea lo que los desviará de sus intenciones originales. A partir de esa premisa, McKay esgrimirá en un filme en el que el cometa funciona como una metáfora de cualquier catástrofe que amenace al planeta (calentamiento global, pandemia, la que se prefiera) y sobre las consecuencias de que ésta se presente ante una humanidad perdida en los superficial, en el individualismoy sobre todo lejana del conocimiento científico.
El filme transcurre con fluidez en su primera media hora para luego perderse en una serie de situaciones que se tornan repetitivas y hasta cierto punto cansadas. La película tiene momentos de humor muy interesantes – un humor utilizado de manera crítica – y que los personajes son perfectos arquetipos que funcionan en términos de representación de ciertos sectores de la sociedad y de la manera como éstos se comportan, pero McKay es demasiado insistente en lo anterior por lo que termina por hacer una crítica laxa de ese libertarismo extremo, de lo peligroso que resulta dejar el destino del mundo en manos de quienes controlan los mercados, quedándose solamente en la superficie de lo que pudo ser un poderoso instrumento de denuncia. Aunque hay que señalar que una vez que entra al último acto el director se olvida de hacer esa crítica y mete a sus personajes – ante la inminencia de su extinción – en escenas que tienen momentos muy emotivos, eso a pesar de la renuncia que hacen los hombres y mujeres de ciencia de sus convicciones personales justo en el momento en el cual el final está por alcanzarlos, algo que hasta cierto punto da al traste con todos los planteamientos éticos y profesionales hechos por ellos mismos a lo largo del metraje.
No quiero decir con lo anterior que Don’t Look Up no sea una película entretenida en la mayor parte de su duración, que no tenga actuaciones de alto nivel (Jennifer Lawrence, Jonah Hill, Cate Blanchett y Mark Rylancedestacan por sobre el resto del reparto) o que incluso pueda hacer por momentos que el espectador reflexione sobre asuntos como el manejo de la información en tiempos de redes sociales, pero no deja de ser un filme que se queda corto ante los temas sobre los cuales sustenta su premisa, los cuales merecerían un tratamiento más profundo incluso utilizando al humor como herramienta para el mismo. El libertarismo extremo merece ser criticado con mayor agudeza y determinación sobre todo en estos tiempos en los que la única salida para la humanidad parece estar determinada por la búsqueda del bien común y no por el egoísmo individual.
Don’t Look Up está disponible en Netflix.