Por: Cristina Padín.
Alguien sin alma y sin corazón, la gente así también existe, se encontró un abanico en la calle y lo arrojó a una papelera. Una niña contempló la escena y pudo, gracias a Dios, poner un remedio.
Rescató al abanico de un final triste!
Y lo limpió, era rosa y blanco, y decidió que aquella tarde de viernes lo llevaría a la plaza. Iba con su abuelo a ver la corrida, era muy aficionada… y además toreaba el que más le gustaba: Manzanares!
Su abuelo hablaba muy bien de Manzanares padre..
El abanico disfrutó! Lo había elaborado, por decirlo de alguna manera, una persona que trabajaba esa clase de artículos, y pulseras y pendientes. Flamencos. Alguien artista y con gran sensibilidad..
En otra ocasión había estado en una velada de baile y guitarra. Música española. El sentimiento a flor de piel.. La pureza, lo que es tradición, la hondura. Cultura en esencia y aroma y mucha historia.
Regresó a casa el abanico tras la hermosa tarde y tras haberse parado en un bar. El abuelo no se fiaba de los que no aprecian los bares. Mucho menos de los que no beben vino…
Y la niña se durmió feliz…
Soñó que a diario hay gente, vacía, pisando o despreciando lo que otra gente, creativa, hace.
Dedicado a los artistas
A los que crean joyas flamencas
Al flamenco
A los bares
Al vino. Viva el vino!
Al toreo
A José María Manzanares y a su padre. Eterno!
A mi Luis
A las personas creativas y con alma