Por: Cristina Padín
Y era tan pequeñito y blanco que no supo si lo haría bien. A
sus catorce días ya decían que estaba preparado para hacerlo. Tenía quince.. y
no sabía si eso era verdad. Le decían que era alegre y sincero.. que eso era
importante.. que desprendía duende y afecto.
Pero en aquel 12 de julio dudaba. Dudar es sabio… la prepotencia
es hija de la ignorancia.
Entonces, aunque esa visita no se aguardaba hasta el día del
Carmen, llegó al pueblo el que siempre poseía la palabra acertada y el consejo idóneo.
Un sabio, un señor con cada letra, el que acumula experiencia y saberes sin
alardes. Sin ruido y con temple.
Venía directo de Pamplona. De San Fermín..
El que era tan blanco y pequeñito se acercó a saludar. Con
humildad y respeto, como se hacen las cosas. Bien hechas. Y el tipo, que era de
ley, le dijo que al poseer corazón tenía amor. Y que el que tiene amor lo puede
ofrecer… y ahí habitan el consuelo y el cariño.
Y el abrazo entendió. Y abrazó y quiso y calmó.
La importancia de un beso, un abrazo, una palabra de apoyo.
A los abrazos
A las personas que tienen corazón y sienten. NO a las que no son así: son alimañas
A Isabel Díaz Ayuso, con un enorme beso
A mi Luis, hoy y siempre
A los M
A mi amigo Manuel
A Pamplona
A la valentía
Y a lo que es verdad
