La Revista

El amor, como siempre.

Francisco Solís Peón
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A mi cachorra como siempre.
La eterna locura de un sentimiento tan vivo y fugaz como la locura misma.

No hay mejor tema para el mes de febrero para ese sentimiento, a veces amargo a veces dulce, que todos hemos sentido y que los afortunados continuamos sintiendo.

Pero el concepto de amor en la historia de la humanidad no siempre ha sido el mismo y sin embargo siempre ha existido, decía un conde del renacimiento italiano que a la edad media le debemos los dos peores inventos: La religión y el amor romántico.

Puede ser, lo cierto es que la necesidad afectiva en todo ser humano es real y a falta de ella nos consumimos como una flama sin oxígeno.

Dejemos los tiempos anteriores al estereotipo del caballero y su dama para centrarnos en las épocas más o menos actuales. Escribe Benito Taibo (1) que existen en la vida de un hombre “tres poetas que nos tocan”. Para un servidor que anda en busca de los otros dos solo existe una certeza, el primero es Mario Benedetti.

Remontándonos a mi adolescencia allá por los años ochenta, cuando todavía estaban en vigor las ideologías de izquierdas y derechas, hubiese parecido imposible, al menos inverosímil, que leyera la propaganda del “enemigo” aunque fuera en palabras mágicas, sin embargo me sucedió; devoré “La Tregua” (2) y otros escritos de Benedetti que nunca merecieron una pausa para los ojos.

Una de las cosas más extraordinarias de la poesía bien hecha, bien construida, la misma que sale del corazón y que el alma asimila con deleite, la misma que nos hace el amor en cada línea, en cada frase, en cada párrafo, en cada verso, en cada redondilla, en cada….. en cada todo.

Toca a mis manos la antología de poemas “El amor, las mujeres y la vida” (2) del gran uruguayo Benedetti. No hay torturas, ni gendarmes, ni política, solo amor y ternura ¿De qué otra cosa está hecha la vida?

El amor es uno de los elementos más emblemáticos del paso mortal por el tiempo, sea extendido o construido minuciosamente significa el apogeo de las relaciones humanas.

No existe mejor antología que la configurada por el propio autor, sobre todo en el tema que nos ocupa. Recuerdo a Benedetti leyendo sus poemas en idioma alemán, escena recreada por una premiada película argentina ¡Nada que ver! Dirían los “milenians”, tendrían razón. Desde Borges sabemos que los “orientales” (así le dicen los argentinos cultos a los uruguayos) son mucho más divertidos y principalmente, mucho más románticos.

Francisco Solís Peón
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