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El año que vivimos en peligro

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

Mel Gibson protagoniza una película que recrea la convulsionada Indonesia de mediados de los años sesenta cuando las promesas incumplidas del populista Sukarno, el primer presidente del archipiélago, une a comunistas, musulmanes y a todos como víctimas de sus ofrecimientos desmesurados.

Nada tiene que ver el filme con lo que ha pasado en todo el mundo este 2020, pero el título del año en que vivimos en peligro pareciera creado precisamente para este episodio de nuestra vida actual.

Las circunstancias políticas de los sesenta no tienen nada que ver con lo que se padece hoy en todo el mundo, pero quizá la única coincidencia sea que hay regímenes que se han crecido al castigo infligido por la amenaza y muerte provocada por un virus y quienes simplemente no han tenido la capacidad de reaccionar no sólo porque desestimaron la tragedia sino porque su mente está muy ocupada en la fundación de un nuevo orden social.

Pocos, casi nadie si somos honestos, se ha atrevido a lucrar abiertamente con la pandemia de Covid-19 y sólo el presidente de México admitió que el desastre provocado por la enfermedad “nos cayó como anillo al dedo” para darle más solidez y fortaleza al exterminio del régimen político que a él no le gusta y que considera responsable por la pobreza, el analfabetismo y la desigualdad social que padece el país.

Vaya que hemos tenido gobiernos malos: Luis Echeverría y López Portillo, Miguel de la Madrid que tuvo que lidiar con las consecuencias de dos gobiernos populistas y que llevaron al país prácticamente al desastre económico: asesinatos políticos, guerra sucia, persecución política y una amnistía hipócrita como signo de magnanimidad para ocultar el saqueo y el nepotismo.

Vaya que De la Madrid se las vio difícil. Él un hombre apocopado que tuvo que cargar con el exceso de esos dos gobiernos anteriores y cuya secuela el país aún sigue pagando en estos días.

Llego Carlos Salinas y del fraude a la legitimación forzada aunque compleja por la resistencia de la clase política tradicional a los cambios que propuso su gobierno, el que realmente cambió la visión de país.

En esos días, López Obrador se convertiría en líder opositor luego de salirse del PRI y emprender una campaña primero por la gubernatura de Tabasco, que perdió dos veces, y luego por la presidencia de la república, que conseguiría en el tercer intento.
Pero regresemos a la realidad: un gobierno insensible no sólo no previó la pandemia a pesar de los avisos desde fuera sino que la minimizó e incluso evitó la contención del mal.

El país ha padecido en dos años una serie de infamias que pueden calificarse de negligencia criminal precisamente porque han afectado a gente que confiaba en que el gobierno estaría para asistirlo: niños con cáncer, guarderías infantiles, despidos injustificados de burócratas, trabajadores de la construcción, vendedores ambulantes y gente que realmente esperaba una oportunidad en este país de desigualdades.

El año que vivimos en peligro no sólo es precisamente porque llegó una pandemia de la que nadie tuvo la culpa, sino porque aquí nos había caído el virus de la revancha y ese sentimiento llevó al poder a quien mejor la encarna, pero sin proyecto, sin planes alternos y sin un diagnóstico real que nos ha llevado a un abismo de fracasos económicos y a una caída económica sin precedente.

En lo personal creo que era necesario este cambio. El país necesitaba probar otras opciones de gobierno, pero queda claro que el empobrecimiento generalizado es contrario a lo que la sociedad esperaba.

La justicia social y el apoyo a las clases más desfavorecidas no sólo es imperativo e ineludible, pero la manera es parte importante de lograrlo.

En México, como en Yucatán, las diferencias entre clases se han ahondado, pero eso sólo se supera con educación, capacitación, trabajo y muchos apoyos del gobierno en turno.

Parecía que pocas cosas podrían complicarnos lo que ya de por sí era un inicio caótico. El presidente que ofreció que no habría crisis no sólo la provocó desde su llegada sino que la pandemia vino a agravarla y quizá a justificar ese inicio errático que hoy todos pagamos.

Piénsenlo a la hora de votar el próximo año.

José Francisco Lopez Vargas
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