El poeta escribiò un verso sobre un beso. Era un beso puro. De los que se dan en la frente. Con pureza y verdad. Un beso de gran amistad o el beso de un abuelo. Era un beso de color melocotòn, aterciopelado y suave, como una de esas tardes de finales de marzo. Un beso delicado y hermoso, tan bello como el susurro de una promesa, como una oraciòn contenida, como un ole quedo y sentido…
El beso era también travieso. Y aprovechò una distracciòn del poeta para escaparse del cuaderno en el que él componía sus letras… Se escapò y volò sobre la estancia. Sobre el piano, sobre la estantería repleta de libros, sobre la colecciòn de fotografías. Se demorò un instante para contemplar una… Una instantánea del matador Lama de Gòngora, en blanco y negro.
Después continuò su viaje…
Saliò a la calle, y en una esquina sonaba una canciòn, y del interior de una cafetería se intuía una música tan dulce! Por doquier una conversaciòn se entrelazaba con otra… El beso paseò por parques en los que convivían otros besos, estos adolescentes…por plazas en las que jugaban los niños…volò entre los árboles que florecían con la primavera… Y así fue como alcanzò la clínica…
Y allí conociò a otros besos que arropaban el descanso del niño enfermo…
Dedicado a Luis Carrasco
Dedicado a cada persona enferma
Dedicado a cada beso de verdad y a cada persona de verdad
Dedicado a Lama de Gòngora