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El cable que saca los colores a Apple: por 20 euros puedes proteger unos cascos inalámbricos de 179 euros

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La gran novedad del último iPhone es que no cuenta con una entrada para conectar auriculares. Para ahorrar espacio y con ello conseguir que el aparato sea más delgado y que la batería sea un poco más grande, los diseñadores van a obligar a todos los usuarios a conectar sus antiguos cascos a través del puerto Lightning (ya sea directamente o a través de un adaptador que viene de serie con el iPhone 7) o si no, a usar unos nuevos auriculares llamados AirPods.

Los AirPods tienen como principal novedad que carecen de cables. Se enganchan al aparato mediante la tecnología Bluetooth y tienen una batería que dura 5 horas (para escuchar música) o de 2 horas (para hablar por teléfono). Puede parecer poco tiempo, pero Apple asegura que en tan solo 15 minutos su batería se carga un 60%.

El problema está en que los AirPods son bastante pequeños. Para hacerse una idea de su tamaño, solo hay que coger unos auriculares clásicos del iPhone y cortarles el cable. Quizás sean un poco más largos, pero no mucho más. Por lo tanto son muy fáciles de perder.

La empresa Spigen se quiere aprovechar de todo este desaguisado para sacar a la venta un sistema para evitar que los AirPods se caigan al suelo y desaparezcan por una alcantarilla: un cable que los conecta y que va por la parte de atrás del cuello del usuario, como si fuera el cordel de unas gafas.

Es decir, primero Apple quita los cables y elimina la entrada de minijack, pero ofrece un adaptador y unos cascos que pueden perderse muy fácilmente. Si a esto añadimos el monstruoso precio de los Earpod (cuestan 179 euros), el del cable (20 euros) y el del adaptador de Lightning a toma para auriculares de 3,5 mm (9 euros), la broma es casi un escándalo. 

Parece que Apple ha querido solucionar un problema estético -la delgadez de su teléfono-, pero ha creado otros muchos contratiempos. La empresa fundada por Steve Jobs se ha hecho famosa por ir enterrando productos de la competencia y tecnologías ya asentadas: fue la primera en sacar ordenadores con pantallas integradas, la primera en despreciar los CD’s y los DVD’s al no incluir una unidad interna, la primera en pasar del teclado numérico en sus móviles y la primera también en negarse a incluir un puerto USB en uno de sus ordenadores.

Pero en el tema de los auriculares que la apuesta es demasiado arriesgada. Si los AirPods hubieran incluido algún tipo de tecnología de conexión más avanzada que el Bluetooth, o si hubieran venido de serie con el iPhone 7 (teléfono que, por cierto, incluye un par de cascos Earpod con cable y conector minijack de 3,5) quizás la recepción de esta novedad habría sido diferente.

De momento, todo parece un enorme jaleo. Al menos hasta que Beats -compañía propiedad de Apple- saque una línea de auriculares que se puedan conectar al móvil mediante el puerto Lightning. Si la calidad del sonido es mejor de alguna manera a la que sale de una toma de minijack, puede que los compradores se muestren más comprensivos con Apple. Hasta entonces, todo el ‘conectogate’ es un problema creado de la nada.

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