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El candidato del PRI

José Francisco Lopez Vargas
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Por Francisco López Vargas

Vaya que no hubo sorpresa aunque eso no implica que no haya habido especulaciones. Las modificaciones del estatuto del PRI sirvieron para lo que fueron hechos: designar a José Antonio Meade Kuribreña como su candidato, a pesar de que no ha sido su militante.

Cuando lea usted esta columna el ritual del PRI habrá concluido y sólo faltaría esperar a los tiempos electorales para el registro e inicio de campaña. Sin embargo, habrá Meade para rato porque desde el 14 próximo –claro que antes también- escucharemos su nombre una y otra vez.

En la primera encuesta después de la nominación del candidato priista, éste se acercó a menos de seis puntos de su adversario de Morena, Andrés Manuel López Obrador, después de meses de que el PRI se mantuvo en tercer lugar de las preferencias.

El fenómeno no debiera extrañar. Una cosa es saber quien contenderá por un partido y otra es con varios aspirantes a candidatos.

La explicación es lógica: los mexicanos sabemos desde hace años que Andrés Manuel López será el candidato de Morena, no hay otro a pesar de que nos diga que será democrática la elección y el se registrará el 12 de diciembre como precandidato, en una estrategia que le permitirá seguir en los medios promoviéndose como lo ha hecho desde hace muchos años.

En el caso de los demás partidos todavía hay dudas si se concretará el Frente Opositor Ciudadano pero ya no que Ricardo Anaya será su candidato y más que lo será del PAN si el Frente no cuaja, pero eso es especulación aunque todos los indicios señalen que así será.

En el caso del PRD hay un amago de que Miguel Ángel Mancera contendería en solitario si el Frente es una chicanada más de Anaya; Rafael Moreno Valle iría por Nueva Alianza y los independientes serían sólo dos: Jaime “El Bronco” Rodríguez, que usa todo el aparato del gobierno de Nuevo León a su favor; o Margarita Zavala.

Lo cierto es que el PAN iría muerto con un candidato como Anaya –famoso por sus traiciones- y el PRD igual si Mancera no logra presencia en todo el país.

La elección se centraría en dos candidatos que se disputarían el voto indeciso: López Obrador y Meade Kuribreña.

La realidad es que Meade es la apuesta del PRI por llegar a una sociedad civil que no sólo no acepta a ese partido sino que también ve con escepticismo su participación política ante el mismo desprestigio de todos los partidos políticos. Esa franja de ciudadanos es la que nunca le da una mayoría sólida a un proyecto y deja siempre en porcentajes menores del 25 por ciento los triunfos electorales cuando el abstencionismo supera a quienes sí acuden a votar.

La apuesta del PRI por Meade es por tener una cara nueva, una cara que le garantice al país mantenerse en la misma línea económica y llevar a buen puerto las reformas estructurales que iniciaron durante la actual administración.

José Antonio representa la visión de un profesional, un economista, un técnico de la administración para evitar desfondar el país con medidas populistas como las propuestas por su principal oponente, pero sobre todo para darle continuidad a las políticas económicas del actual gobierno.

Sin embargo, las grandes incógnitas sólo se despejarán conforme pase la contienda. Las campañas servirán para ver si la población sostiene ese rechazo que ha hecho perder a López Obrador en dos elecciones o, como el tabasqueño promueve, hay un hartazgo social que le permitiría remontar los comicios y convertirlo en presidente, en su tercera postulación.

Además, también se verá si es real ese primer lugar en el rechazo de la gente al PRI como partido o si un candidato ajeno logra remontar esa visión provocada por la inseguridad, la falta de empleo bien remunerado, la corrupción y la impunidad que son con certeza las grandes afrentas nacionales y que por ello el PRI recurrió a un candidato externo.

Hasta ahora, no se ha visto el rechazo de la militancia de los priistas a un candidato que no sólo no ha militado sino que también ha trabajado para gobiernos panistas. Ni Ivonne Ortega ha aparecido, lo que ya fue motivo de burlas.

Esa visión de que Meade es panista se aleja cuando uno ve su curriculum. Meade ha colaborado en gobiernos priista desde 1991 y se mantuvo en los gobiernos de Fox y Calderón y repitió como Secretario de Hacienda en el actual gobierno donde también fue titular de Desarrollo Social y de Relaciones Exteriores.

Y así, ya definido el proceso de nominación del candidato presidencial, la semana que sigue sería decisiva para la nominación del aspirante local a la gubernatura donde la terna tiene como sus mejores exponentes a Jorge Carlos Ramírez Marín, cercano a Luis Videgaray y compañero de gabinete de Meade; a Mauricio Sahuí, un candidato muy local, y a Pablo Gamboa, con toda la fortaleza de sus relaciones.

Resuelto el tema local, lo demás será sencillo: senadores, diputados federales, diputados locales y los alcaldes que faltan. Sin embargo, ni una nominación será menor porque para ganar la presidencia hay que ganar primero los municipios y los distritos locales.

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