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El choque Sheinbaum-Zedillo: estrategia política para mover la opinión pública.

Marco Cortez Navarrete
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Por Marco Antonio Cortez Navarrete

Tengo la impresión que Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México, aún necesita afianzar su legitimidad presidencial y consolidar su liderazgo en un contexto donde el peso de Andrés Manuel López Obrador sigue muy presente, simbólica y políticamente.

La opinión pública empieza a evaluarla por sus propios logros y errores y las presiones internas (fuerzas dentro de Morena) y externas (EE. UU., empresarios, inversionistas) y por ello ahora recurrir a un enemigo simbólico del pasado como Ernesto Zedillo Ponce de León (ya no Felipe Calderón Hinojosa) sirve para reforzar la continuidad ideológica con la 4T (Cuarta Transformación) y desviar o amortiguar críticas actuales, como las que puedan surgir por problemas de ejecución, opacidad o resultados inciertos en obras emblemáticas.

A continuación daré mi opinión con respecto a los efectos de la polémica Sheinbaum-Zedillo: Considero que para Sheinbaum esto le permite seguir hablando desde el marco de “el pueblo vs. los poderosos”, discurso que le dio éxito a AMLO.

No obstante y después de seis meses en el poder ejecutivo se espera que gobierne más que acuse. Si sigue usando el pasado como escudo, puede perder credibilidad como líder autónoma. Queramos o no el confrontar a figuras del pasado puede polarizar innecesariamente en momentos en que necesita pactar, construir acuerdos o resolver crisis (seguridad, migración y energía, por ejemplo).

Respecto a la percepción internacional y especialmente la relación México-EEUU, si la presidenta Sheinbaum quiere proyectarse como una líder confiable en el ámbito internacional, es contraproducente que su narrativa se base en pleitos ideológicos internos. Es notorio las tensiones con EEUU en temas como la migración, energía, o fentanilo que requieren liderazgo firme y estratégico, no distracciones mediáticas.

Después de seis meses en el poder, este tipo de enfrentamientos con figuras del pasado como Zedillo revela que Sheinbaum aún está navegando entre consolidarse como presidenta propia y seguir bajo el manto del lopezobradorismo. Si bien le funciona a corto plazo, necesita cambiar de tono y contenido para construir una legitimidad más sólida y menos reactiva.

En resumen: El choque Sheinbaum-Zedillo no es casual sino parte de una estrategia política para mover la opinión pública, revivir identidades ideológicas, y desviar la atención de temas actuales más complejos o incómodos. No es solo socialismo contra capitalismo, ni solo un distractor, mezcla de cálculo político, memoria histórica y lucha por el control del discurso nacional.

Feliz Fin de Semana y sean muy felices

Marco Cortez Navarrete
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