Y leían tan poco las personas que hasta las mismas letras lloraban de dolor. Buscaron mil y una razones para explicar tan escaso amor por la lectura, y todo quedó en nada.. la gente no quería leer, por motivos diversos o mentiras diversas..
El contador de historias podría ser hijo de un juglar, trovador de versos y de leyendas, caminante de los que saben que se hace camino al andar.. caballero joven con alma torera y corazón de valores medievales, el guardián de las palabras que importan..
Y viajaba. No a caballo, era un tipo de hoy.. él iba en Blablacar. En el coche contaba de Alatriste o de don Quijote; y se acercaba a aldeas asturianas perdidas en valles de belleza salvaje y recitaba a Lorca. O decía cosas sobre El hobbit, o sobre Romeo..
Según iba viendo, era un ser intuitivo y muy inteligente, iba él narrando. Sus historias se acordaban de Ulises en alguna ocasión; en otra llevaba a las casas castellanas en el sol de mediodía aventuras de los cantares de gesta, o quizá anécdotas de El cuento de la criada.. Tal vez Los pazos de Ulloa..
Sobre libros que conocía y había leído él improvisaba narraciones interesantes. El arte de la juglaría en el siglo XXI… y a Sevilla le contaba leyendas de Joselito el Gallo, en Galicia recreaba pasajes de El bosque animado… Era autor elegante.. y alguien de cultura y sensibilidad..
Devolvía a la palabra su honor, a la lectura su importancia!
Sara me inspiró a escribir este cuento. En esta época es inadmisible que la gente no lea..
Dedicado a mi hermana, madre y abuela: inmensas lectoras
A la gente que lee
A los libros
A los guardianes de las palabras que importan, de lo que de verdad importa
Al toreo
A mi mago
Soy muy pesada con la lectura: siempre anhelo crear nuevos lectores
A mi querida María: gran lectora
A mi Luis
A los genios, que muy bien pueden ser contadores de historias
