Recientemente el jefe de la Oficina del Presidente Andrés Manuel López Obrador, reconoció que controlar los precios de los combustibles no es una buena opción porque implicaría dejar de cobrar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), y en su caso, suavizan el impacto conservando la variación.
Eliminar el IEPS tampoco es saludable, la Federación dejaría de recaudar aproximadamente 147,066 millones de pesos, registrados en 2018 de acuerdo con Estadísticas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Dicha cifra es equivalente a la inversión que tendrá este año la Secretaría del Bienestar antes SEDESOL. Lo anterior, nos da una idea del por qué ahora el Gobierno de la República, recula en su pretensión de eliminar el IEPS, además ocasionaría un descontrol en la inflación y de revote, un desequilibrio innecesario.
Pensar que los expertos del gabinete Lopezobradorista no tenían idea del contexto nacional, mundial y las variables macroeconómicas, que intervienen en la fijación de los precios de las gasolinas y diésel, al grado de permitir que hiciera semejante propuesta, sería suponer que no contaban con la información oficial necesaria para hacer un balance real de la situación.
Más bien, me atrevo a suponer que al Presidente le ganó el entusiasmo de las campañas y no estableció tiempos ni parámetros, porque su promesa será viable cuando estén listas las nuevas refinerías y empecemos a producir nuestra propia gasolina sin tener que importarla y pagar la materia prima en dólares.
Aunque el Presidente ya aclaró a los mexicanos, que los costos de los combustibles van a bajar en todo el país, hasta el tercer año de gobierno, hay que sumarle, si las condiciones internas y externas lo permiten, y cuando su política energética comience a dar los primeros resultados.
Desacreditar su promesa de campaña, no me parece apropiado, pero tendrán que sacar de la confusión a los ciudadanos que esperaban con ansias la aplicación de esta nueva medida. Una buena decisión de beneficio social y económico, que, por ahora, solamente favorece a los habitantes que colindan con los vecinos del norte, a partir de la entrada en vigor del Programa de Estímulos para la Frontera Norte, que incluye la homologación de los precios de las gasolinas y diésel con respecto a los de Estados Unidos.
Según los expertos, la única salida es el control y aumento de los precios cada año, sin dejar de cobrar el IEPS. Por lo tanto, los cambios sustanciales se verán reflejados en el mediano plazo.
Si a esto, le agregamos su proyección de alcanzar un 4 por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto, que ahora el Fondo Monetario Internacional, echó para atrás, y en sus predicciones lo ubica entre el 2.5 y 2.3 por ciento, vemos que los ajustes en materia presupuestal y energética seguirán dando de qué hablar y sus detractores tendrán tela de donde cortar.
Por si fuera poco, el incremento al salario mínimo ya prendió los focos rojos en el BANXICO al sostener un aumento en la inflación como efecto de los cambios estructurales.
En lo personal, me parece que los 25 programas prioritarios de AMLO con respecto a su financiamiento, no estaban alineados con la proyección macroeconómica, de ahí, que tengan que replantear sus expectativas, lo cual, seguramente y sin temor a equivocarme, continuará mientras la Cuarta Transformación termina de establecerse y tomar el control.
Yo hubiera preferido ver, una política económica de bajo perfil, sin tantos aspavientos, que después se esfuman. ¿Qué pasará, si al paso del tiempo, se dan cuenta, que los recursos, no les alcanza para todo lo que proyectaron o si un suceso internacional obliga a más medidas restrictivas? Ese es el dilema, ojalá las decisiones sean las más apropiadas, porque en economía, no hay que perder de vista que, lo que favorece a unos rubros, desfavorece a otras variables y sucesivamente.
Al ser un gobierno de izquierda, que por primera vez asume la Presidencia, le doy el beneficio de la duda. Hay funcionarios que, igual por primera vez, colaboran en la Administración Pública Federal, y, no están exentos de cometer errores y el famoso, “usted disculpe”.