La Revista

El jefe de la tribu

Manuel Triay Peniche
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ME QUIEREN JUBILAR

Por Manuel Triay Peniche
Manolo, esto es un problema de kilometraje, me dijo mi ortopedista Eduardo Muñoz Menéndez, a quien conozco de niño (niño él): los tendones de tu hombro se han ido rompiendo con los años y a tu edad no tiene caso operar, te haré una infiltración para que deje de dolerte, y ya volverás cada vez que me necesites.
No me dolió la aguja, ni sentí que penetrara piel y tendones. Es más, la sonrisa que acompaña a Eduardo desde su nacimiento me parecía una mueca. La palabra “kilometraje” había horadado mi orgullo o mi ego más profundo que esa agujita que atravesó mi brazo “fuerte y modelado por el gym”.
Lo que siguió fue una tarea de aceptación a mí mismo, una lucha interna en la que el “yo” salió victorioso. A lo largo de mi vida he ganado muchas batallas en todos los terrenos, soy fuerte, decidido, sigo activo en mi profesión y en la vida misma, hay Manuel para rato. Ya verás, doctor Muñoz, que mi kilometraje aguanta todo.
Satisfecho con mi propio balance de vida y salud, con renovado lubricante y al grito de “hasta el infinito y más allá” de Buzz Lightyear me dispuso a dormir una siesta, interrumpida ex abrupto por mi celular: Papá a qué hora quieres a Ricardo mañana (el chofer).
Gracias pero no lo necesito … lo que siguió, aunque con diferentes palabras, lo resumo así: No fue pregunta, Ricardo te lleva y te va a buscar, no regresarás el sábado por la noche sino el domingo en la mañana, etc etc.
O sea, mis hijos me están jubilando, el viejo jefe de la tribu ya perdió el bastón de mando, éstos comparten con Eduardo Muñoz eso del kilometraje y se niegan a creer o aceptar que el líder de la manada ya no usa gasolina sino energía eléctrica, que cambió sus libros de consulta por la AI y que sus pisadas seguirán abriendo brecha.
¿Ustedes creen que ellos tienen la razón? ¿Que debo aceptar me jubilen, aunque lo hagan con todo el amor del mundo y que tal vez yo mismo les inculqué? Deseo firmemente que ese marcador de kilómetros se detenga en mi cochera y no me deje tirado por cualquier camino.

Manuel Triay Peniche
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