Y de repente se acabó algo… Y empezó otra cosa… Un día el abuelo era el yayo Manolo, el de la sonrisa franca y ojos azules, el que cada día contaba las historias más divertidas, el que recordaba cada detalle de su aventurera niñez, había sido novillero, era el que se acordaba de cuántas orejas había cortado Ordóñez en Dax y el que no había olvidado el vestido de Camino en Málaga…
Y otro día era el abuelito Manolo, idéntica sonrisa franca y mismos ojos azules, tan frágil, el que ya no sabía còmo se llamaba ni qué cosa era una verònica, el que preguntaba mil veces qué tomaría para cenar, incapaz de recitar dos versos de Lorca cuando antes sabía poemas enteros, el que se asustaba entre la multitud y tenía miedo de perderse en la calle… anciano dulce y siempre bondadoso!
Los pequeños siempre le habían adorado y en esos momentos le querían más que nunca… pasaron muchas mañanas sin playa ni piscina. Juntos! Recortando, escribiendo, buscando… pegando… Entre todos montaron un hermoso libro con los recuerdos del abuelo. Pegaron carteles, anotaron fechas, dibujaron sus perros y caballos… Quedò tan lindo! Y el yayo Manolo lo apreciò mucho! Y recordò una novillada…
Qué triste es perder la memoria!
Dedicado a cada abuelo del mundo, en especial a la mía
Dedicado a mi amigo Jose y a su abuela en el cielo
Dedicado a mi amiga Rosario, y a la abuela de la historia tan bella que me contaron hoy
Dedicado a mi Luisito
A Paty, gran disfrutadora de sus abuelas
A Rocío, y a su abuela en el cielo
Y a toreros y novilleros