Eran cuatro cuando llegaron. Llegaron desde Málaga en una caja cuadrada. A aquella librería del pequeño pueblo costero, uno de esos como el de Verano azul, blanco (y azul) y lleno de paz y sabor. Se trataba de libros con una edición preciosa, muy cuidada, y con una historia de las que se leen con el corazón y se saborean en las pestañas..
Se fue el primero de los libros. Con alguien al que llamaban mago. Por su magia, claro, y por la fantasía que regalaba a su muleta de belleza. Era un torero, y fue el primero en recibir como obsequio uno de aquellos libros. Regalar es un placer, regalar libros es un placer multiplicado por otro, por tanto es un placer al cuadrado..
El segundo se marchó para la casa de él. De aquel señor. Porque eso era: un caballero. El guardián de lo que importa, de los valores y de cada uno de nuestros tesoros, guerrero de la ley y la verdad. Y el tercero se fue con un genio, con alguien que canta y piensa, que es un ole de pureza y afición, luchador infatigable y ser de bien…
Ya únicamente queda un libro de los cuatro que llegaron. Se encuentra en el escaparate de la pequeña librería, esa que hace esquina, y aguarda su partida. Él sueña, claro. El libro sueña… Sueña que alguien lo regala a Morante. Anhela ser lectura de Morante, de su bohemia morantista, su arte, su arrebatada personalidad…
Por ahí va un posible comprador…
Dedicado a cada uno de los protagonistas de la historia, creo que sabrán quiénes son
A Carlos
A las personas que regalan, regalar es genial
A los libros
A mi mago
A Morante
A mi amiga Rosario, con un beso
A Luis
Y a los genios
