El lunar se cayó de un cuaderno de lunares que era muy flamenco. Era un lunar de color plata, como la plata de la luna lorquiana, y como el plateado de los vestidos de luces de los toreros de plata..
Al caerse recordó un magnífico libro infantil que había leído hacía un tiempo, escrito por una autora sueca muy buena. En aquel relato alguien se caía de una camiseta y se dedicaba a realizar un interesante viaje..
El lunar no. Se cayó y decidió que reposaría y que disfrutaría del tiempo, del silencio, de los sonidos, los aromas, los momentos. A veces parar es necesario e incluso sabroso. A veces es útil descansar para seguir en el camino..
El lunar era flamenco. Flamenco de corazón y alma, y con todas las letras, con las ocho letras de la palabra flamenco. Se dedicaría a rezar y a sentir mientras pasaban procesiones debajo de su ventana. A palpar el olor a cera…
Seguramente el lunes alguien arreglaría “aquel asunto” y el lunar retornaría a su lugar en el cuaderno. Mientras, con su geografía flamenca y su espíritu inquieto, leería libros, escucharía guitarreo bueno, iría a la Maestranza…
Dedicado a Cristina Oleby, gran cuento!
Dedicado a los toreros de plata
Dedicado a los toreros
Dedicado a Lorena
Dedicado a mi familia
Dedicado a cada ser disfrutando la Semana Santa
A Luis
A Sevilla, y mis sevillanos