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El Mundo al Revés

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

En Facebook y en Youtube: Dr. Jorge Valladares.

El Mundo al Revés
Desde el Carajo Escribo…

Hay momentos, días, periodos y hasta
épocas en que no queda otra más que afirmar que estamos en el mundo al revés, y
en la mayoría de los casos, aunque pueda sonar, no resulta divertido. Ya sé, para
poder notarlo es necesario haber vivido, o al menos imaginado, la otra versión
de ese mundo, la “normal”.

Muchos papás y mamás en las redes o
conversaciones se pueden lamentar que les tocó vivir a merced de la voluntad de
sus padres, haber alucinado con el momento de poder ejercer todo ese poder con
sus hijos, pero encontrarse actualmente nuevamente a merced, de su descendencia.
Una verdadera revolución entre épocas, que mantuvo del lado feo de la ecuación
a quienes pasaron de un rol a otro en ese tránsito.

Hablando de periodos, digamos sexenios, a
muchos mexicanos/as nos tocó vivir y saber del presidencialismo extremo, de lo
intocable que podía ser un Presidente de la República, al grado de poner en
zozobra la vida de cualquier persona que osara cuestionar o insultar al titular
de ese poder. La accidentada postulación de Zedillo inició el giro hacia la
exposición total de quien ocupara la silla y se cristalizó con Fox participando
en programas de comedia, exponiéndose a los retos y sketches de Adal Ramones y animando
este espíritu de comicidad que desde entonces impera en la política. Y así Fox
pudo ser llamado por cualquiera hocicón, Calderón borracho, Peña pendejo y hoy
López es llamado de diversas maneras, la más atinada a mi parecer: el Bulto,
como le define Ángel Verduzco.

El giro adicional en este sexenio ha sido
que los insultos desde la presidencia hacia la ciudadanía pasaran de los hechos
a las palabras. Sin duda podemos hallar decenas de graves agravios cometidos en
el ejercicio del poder que concedimos a cada personaje que ha ocupado la tan
deseada silla. Pero que un Presidente dirija públicamente sus adjetivos
ofensivos hacia sectores de la ciudadanía o mande al carajo a los mexicanos/as
que no estén de acuerdo con sus acciones o decisiones sí representa una
novedad, una nueva época. Se supone que de las pocas compensaciones que tenemos
frente a las corruptelas y daño sistemático a nuestro patrimonio común es
insultarles nosotros o mandarles a donde se nos viniera en gana, al cabo que ni
se iban. Pero ahora es el mundo al revés.

En el mundo un gobernante gobierna para
toda la población, o al menos dice hacerlo; en el mundo al revés, puede
seleccionar evento por evento quién es pueblo y quien adversario, y finalmente
ignorar a ambos conjuntos. En el mundo un gobierno valora, planea, programa y
ejecuta, o al menos simula hacerlo; en el mundo al revés lanza ocurrencias cada
día y deja que sus voceros y críticos, en llamativo enfrentamiento, hagan el
trabajo de analizar, demostrar lo insensato y proponer lo que sí tendría
sentido y el modo de lograrlo. En el mundo el ejercicio de gobierno y la
diplomacia es un proceso cuidadoso, multi agencia, de diálogo, negociación y
conciliaciones; en el mundo al revés son mensajes en redes electrónicas o
frases repetidas en un espacio de propaganda.

En el mundo una autoridad que acusa tiene
que probar, si justifica en la corrupción una decisión, aplica la ley a quien
se demuestre corrupto; si le piden que demuestre planeación o previsión de
impacto, muestra los estudios correspondientes, si le acusan de corrupción o
errores muestra datos para rebatir, si se dice honesta, entrega la información
que la ciudadanía pide. En el mundo al revés la autoridad se queda en los
adjetivos y no aplica la ley, decide caso a caso con su simple voluntad quien
es de confianza y quien es culpable, afirma que es mentira cualquier acusación
y convierte al mensajero o solicitante en el culpable de cualquier error que se
le señale o ignora cualquier petición con la misma técnica; y si le piden información,
responde arengas y adjetivos, en vez de documentos y datos.

En el mundo exigimos a nuestros empleados
que cumplan con su trabajo por el sueldo que reciben, que actúen, que muestren
resultados, que respeten a quien les paga el sueldo. En el mundo al revés los
gobernados escuchan y dejan pasar lo que sea de quien emplean como gobernante,
critican o justifican su falta de resultados, sin exigirle; aplauden los
insultos o aceptan que, si creen que no son para ellos, son derecho de réplica.

En el mundo las personas valoramos las
acciones de quien gobierna de acuerdo con diversos factores y la relación que
tenemos con cada acto; en el mundo al revés sólo hay dos versiones, una
totalmente en contra de todo, otra tan a favor como el eco con la voz que le
activa.

En el mundo una estrategia de seguridad,
una política pública, tiene un diagnóstico, una propuesta de acciones y
recursos, una capacitación, ejecución y seguimiento, para luego evaluar,
retroalimentar y ajustar. En el mundo al revés se anuncia la sustitución de
balazos por abrazos, se cancelan los balazos, nunca se practica ningún abrazo y
se discute sobre la efectividad, como si realmente fuera la mera frase una
estrategia.

En el mundo una transformación se bautiza
o se expone como resultado de un movimiento social, de años de lucha o
esfuerzo, de un giro en la forma de vida u organización social, cuando
efectivamente su nombre refleja que ocurrió una independencia, una reforma o
una revolución. En el mundo al revés se denomina transformación a algo que se
pretende, aunque no suceda o incluso acentúe el estatus previo.

Ya en temporalidades menores, cada cual
tiene sus días o momentos de vivir ese mundo al revés, pero tenemos vivencias
comunes; humanos al fin. Situaciones como las siguientes nos generan a cada
cual en su momento la sensación de que algo no estamos entendiendo en el juego
de la vida. Nos acostumbramos, de tanto que pasan, pero de tiempo en tiempo nos
quejamos de ello, pues sabemos que algo está funcionando mal y no podemos ser
quien esté equivocado/a.

Si por afecto, comprensión o simple
solidaridad accedes a prestarle dinero a alguien te desprendes de una cantidad
que normalmente no te sobra, ni deseas perder. Pasas en un primer momento por
escuchar, además, las penas de otra persona y lo aceptas como una parte normal
del ayudar, de ser humano, de ser buena persona. Pero en buena cantidad de
casos acabas siendo tú “la mala persona” cuando a quien le prestaste
no se acuerda, no puede a tiempo o de plano no tiene intención de devolver.

Si le recuerdas: estás mostrando tu
desconfianza, tu desesperación o invitando a que te cuente la variedad de
situaciones que “explican” el olvido. Si esperabas que el dinero volviera en la
fecha comprometida: eres poco comprensivo, parece que de eso dependiera tu
alimentación o abres el canal a escuchar los antiguos y nuevos problemas que
esa persona tiene y le hacen retrasarse y hasta estar necesitando más dinero
que antes. Y cuando empiezas a notar que no hay intención o fecha de devolución:
ofendes, eres mezquino e invitas a que te bloqueen, insulten, evadan o la
relación se rompa. El mundo al revés.

Si tienes un accidente automovilístico,
generado por la otra persona, viene necesariamente un día u horas de
afectación. En el mejor de los casos no hay un daño físico y “sólo fue el
susto, ¡qué bueno que no te pasó nada”. Y en ese nada se incluye dejar de
hacer, reprogramar o retrasar lo que fuera que estuvieras a punto de realizar,
sin importar lo que sea. Y negociar lo que sí y el cómo la aseguradora cubrirá
los gastos, sin considerar los tiempos y pérdidas secundarias. En algunas
ocasiones te puede ir mejor si simplemente te retiras con el daño recibido,
para no pasar por la discusión, inconvenientes y proceso de que sea reparado o
compensado. El mundo al revés.

Si eres víctima de un ilícito, el presunto
delincuente será protegido por la ley (para eso fue creada) hasta que te ocupes
con efectividad y en los términos legales y con las usanzas institucionales de
denunciar, contratar a un abogado, presentar pruebas, seguir un proceso por el
tiempo que el juzgador decida (años a veces), resistas las amenazas de quien te
victimó y de la gente con intereses en el asunto y entonces, tal vez, una de
cada cien ocasiones la ley permitirá un castigo, que ni remotamente te compensa
todo lo invertido, mucho menos el daño recibido y con mucha suerte sí un gramo
del orgullo invertido. El mundo al revés.

Es esperable que uno no se meta en estos
movimientos de rotación del mundo voluntariamente; pero de vez en cuando la
curiosidad nos puede hacer actuar contrario a la lógica o la costumbre. En
cuanto a hacer lo que otra persona o “el mundo diga” estoy
frecuentemente en la sección más baja de la tabla de posiciones. Sin embargo
esta vez acepto seguir una indicación: le tomé la palabra a Andrés Manuel y me
fui al carajo. Nada tiene que ver que sea de la persona a la que empleamos como
Presidente; me motiva la curiosidad, lo novedoso de la situación y el gusto de
compartir la experiencia en este artículo que La Revista tiene la amabilidad de
difundir.

Nunca antes le he comprado los adjetivos
en los que encapsula a quienes difieran en algún punto, por más que he diferido
en muchos. Ni “aspiracionista” (palabra inexistente) por andar flotando en la
clase media; ni seudo ambientalista, por darme cuenta del daño que está provocando
con un tren y otras ocurrencias que nadie pidió; ni conservador por entender
que destrucción nada tiene que ver con transformación; ni golpista por
considerar miserable a quien medra con la enfermedad de niños; ni traidor por
ver las trampas que ejecutan en el congreso quienes no nos representan… Lo
que diga, repita y se invente no me aplica ni afecta, salvo en lo insultante
que resulta que en ello se entretenga habiendo tantas necesidades sobre las
cuales gobernar.

Yo sí creo que tener médicos en donde se
requieran, cualquiera que sea su origen, puede ser bueno para la gente, pero
veo claramente la corruptela y engaño político que representa en este caso; y
sé que lo hará, y en ello disimulará que lejos de cumplir sus promesas en esta
área, ha puesto a la gente en un estado peor a la precariedad existente. Así
que, aunque no sea el error más grave en el cual diferir, le tomé la palabra,
me puse el saco y me fui muy contentito al carajo, en esta ocasión.
Voluntariamente, poniendo por un día mi mundo al revés, ya que es sabido que
basta con que te manden para que de inmediato te resistas a ir.

Preferiría la chingada, tan mexicana como
brillantemente expuso el buen Octavio, pero supongo que el riesgo de
confusiones le hace no exponer su rancho a visitas indeseables.

Confío que él sabe la versión popular que
indica que el carajo, además de feo insulto cuando allí te mandan, es el punto
alto del barco al que tenía que irse algún desafortunado navegante si así lo
ordenaba el capitán como “castigo”, pero que a la vez cumplía la
función de poder informar de riesgos o aproximaciones por su excelente posición
para visualizar.

En mi visita me encontré con fideicomisos
que servían a sectores importantes del país; a un sistema de salud que con sus
defectos atendía a personas y les daba medicamentos que hoy mucho se extrañan;
a muchas que antes eran buenas y confiables personas, pero dejaron de serlo
cuando cuestionaron al líder; a buena parte de la confianza que teníamos en el
ejército; los modestos avances ciudadanos en algunos temas fundamentales; y a
la creencia de que el gobierno está para protegernos de la delincuencia.

A esa altura y distancia, me dio gusto ver
que el INE y los Institutos Electorales Estatales, aún no llegan por allá, cosa
extraña dada la insistencia con la que a ellos y a la democracia se le han
abierto vías para llegar. Me dio mucha pena ver cuánta esperanza de la
prometida para México está y sigue llegando a ese breve espacio en el que
estuve. Me asustó, reconozco, ver que la educación, con todo y sus
limitaciones, ya está a la vista.

Poniendo voluntariamente el mundo al
revés, quise dar curso a mi curiosidad de lo que se siente que a quien ocupa el
puesto público al que los mexicanos/as más frecuentemente quisiéramos mandar al
carajo, sea quien nos mande, ¡e ir! Y estando allí también me di cuenta que
está tan lleno de esas pocas cosas que parecían empezar a ir bien, que parece
que de este lado ya poco queda, y dos años probable y lamentablemente alcancen
para completar el intento de poner este nuestro mundo mexicano al revés, en el
carajo, antes de ver llegar el momento en que nos cumpla lo único que muchos/as
creemos posible: que se vaya, él solito y feliz, a su rancho.

—————————————————
*Jorge
Valladares Sánchez

Papá, Ciudadano,
Consultor.

Doctor en Ciencias
Sociales.

Doctor en Derechos
Humanos.

Especialista,
Maestro y Licenciado en Psicología

Licenciado en
Derecho

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