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El musgo para el pesebre

Marco Cortez Navarrete
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Relatos de vida

Por Marco Antonio Cortez Navarrete

Jueves 21 de noviembre, estamos ya en la recta final del año, se siente ya el aroma de la nochebuena y de la navidad. Las familias inician los preparativos; entre otras muchas cosas, compran musgo para los pesebres y sacan las cajas —a veces eternas— con pequeñas imágenes de los protagonistas de tan ansiadas fechas que son guardadas con mucho amor y cariño.

Hoy jueves, a primera hora. Dejé mi coche en el taller de mi amigo Abel. Sinónimo de garantía para el mantenimiento del vehículo. Ahí tomé mi café que envasé desde mi hogar. Lo consumí durante una tradicional y amena platica y luego continúe mi andar.

Les confieso que hace dos días estuve también en el taller de Abel —cerca del parque Felipe Carrillo Puerto— para el mantenimiento del automóvil de mi hija, luego me fui caminando al centro de Mérida, específicamente a la cafetería Pop, donde desayuné con un amigo.

Después de larga platica y de ponernos al día, cada quien tomó su camino; el mío fue pasear por las calles de la zona turística de la capital yucateca disfrutando en el recorrido de otro café y poco después un rico helado en el parque Manuel Cepeda Peraza, al término regresé a mi casa, de nuevo a “pincel”, es decir, caminando.

En total ese día mis piernas y resto de mi humanidad recorrieron 14 kilómetros. Esto lo hago de manera espontánea y hasta hoy puedo demostrarme a
mi mismo que estoy vivo, que respiro y sobre todo que me deleito viendo y analizando todo aquello que me rodea durante el tránsito hacia mis destinos.

Hoy jueves hice lo mismo, del citado taller me fui a desayunar a un simpático café ubicado en una de las esquinas principales del parque de la Colonia Miguel Alemán (donde a sus puertas hay un señor vendiendo flores). Sí…exacto, es lo que usted piensa, del taller al parque, caminé y después fui a la peluquería y luego compré el musgo para el pesebre que adornará el nacimiento de Jesús en mi casa.

De ahí emprendí nueva caminata a mi hogar. Son las 13:15 horas y el sol me presiona para que haga un alto en un paradero de autobuses Va y Ven sobre la avenida Yucatán en Jardines de Mérida. Me detengo y después de unos 15 minutos retomo mi caminata.

Al fin llegó al centro comercial Up Town, me detengo para beber un poco de agua y según la app de salud que tiene mi celular ya transité 6.4 kilómetros pese a que aún me faltan unos cientos de metros para llegar a mi destino pero si ve esta publicación es que lo logré.

Cansado pero contento. Ahora me preparo para almorzar mi pollito con chícharos y así continuar con mi vida cotidiana, viendo desde las ventanas que nos ofrecen las tecnologías lo que minuto a minuto sucede en el mundo.

Hasta la próxima y sea muy feliz.

Marco Cortez Navarrete
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