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El PRI en su laberinto

Gaspar Quintal Parra
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Por: Gaspar Quintal Parra.

La situación en la que se encuentra hoy el PRI, es algo ordinario en un
sistema democrático de partidos; en una democracia todos los partidos pueden
pasar por un periodo de crisis que, si se tiene la capacidad para adaptarse,
rectificar y corregir el rumbo, se puede salir de ella, inclusive, fortalecido.
No es la primera vez que el PRI se encuentra en una situación parecida; en el
año 2000, cuando perdió por primera vez la presidencia de la república y se dio
paso a la transición democrática, se pensó que desaparecería por haber sido el
partido del Estado durante la época del sistema presidencialista autoritario de
partido hegemónico, como lo llamó Sartori, y al transitar a un sistema
democrático pluripartidista se extinguiría; sin embargo, se adaptó al nuevo
sistema de partidos y regresó a la presidencia de la república en el 2012,
viniendo, de un tercer lugar en las elecciones presidenciales del 2006.

Por otro lado, el estado actual del PRI, se debe, en gran medida, al
retorno a procesos autoritarios que sobrevivieron a la época del partido
hegemónico y que dieron como resultado la derrota en diversas elecciones. Los
acuerdos cupulares, las imposiciones, el abandono a las causas sociales, el
defender intereses de una minoría, son algunos de los factores que lo llevaron
a la situación del presente. El regreso a la presidencia de la república en el
2012, trajo consigo de vuelta algunas conductas de autoritarismo pertenecientes
al sistema presidencialista de partido hegemónico, cuando el sistema político
ya había cambiado, ese es, sin lugar a dudas, el problema de fondo. Se
retomaron situaciones que el propio Colosio advirtió, desde 1994, como los
grandes males del partido: la concentración del poder, la confusión entre las
actividades del gobierno con las del partido, la arrogancia de las oficinas públicas,
el otorgamiento de candidaturas sin militancia y demás prácticas que ya no
corresponden a un sistema político de competencia entre partidos.

Sin duda, la mejor medicina para el PRI es la democracia; si ya quedó
demostrado que el retorno a prácticas autoritarias condujo finalmente al
fracaso, aun teniendo el poder, entonces, es absurdo apostarles a ellas sin el
poder. La única manera de enfrentar a la demagogia autoritaria que amenaza
nuestro país, es ser una oferta verdaderamente democrática. Para eso se debe
tomar una medicina que por amarga que ésta sea, es la mejor alternativa para
sanar los males causantes del estado en el que hoy se encuentra el PRI.

Por ende, de cara al 2024, el PRI necesita ahondar en los procesos
democráticos de su vida interna, democratizar su toma de decisiones, respetar
verdaderamente a su militancia, privilegiar la capacidad sobre la oportunidad,
a fin de que los capaces no sean desplazados por los oportunistas, evitar el
centralismo y las decisiones de cúpula, tomar en cuenta las decisiones
regionales y locales, defender realmente los intereses de las clases medias y populares;
exigirle a los representantes populares emanados de sus filas honestidad,
resultados y rendición de cuentas de su actuación; en resumen, el PRI debe retomar
su papel histórico como el Partido de México, heredero del liberalismo de la Reforma
del siglo XIX, de la visión social de la Revolución Mexicana del siglo XX y
precursor de la transición a la Democracia del siglo XXI; le corresponde convertirse
en el moderno partido socialdemócrata liberal que requiere México en la
actualidad.

Gaspar Quintal Parra
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