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El PRI un partido que no va en la misma ruta que su candidato

Guillermo Vazquez Handall
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Confesiones, por: Guillermo Vazquez Handall.

A pesar de que las encuestas no le favorecen y que se percibe, al menos ese es el análisis objetivo, que la campaña de su candidato presidencial no prende, al régimen no solo no le apura sacudir la estructura de su partido, el Revolucionario Institucional, por el contrario lo contamina con nombramientos contradictorios.

Esto porque aunque se entienda que la salida de Enrique Ochoa Reza de la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional, debería de ser el primer y mas urgente tema de su agenda, su protector Aurelio Nuño insiste en sostenerlo.

A Ochoa Reza ya nadie lo respeta ni dentro ni fuera del PRI, empezando por los gobernadores tricolores que lo acusan de no saber, de no conocer y peor aun de la aplicación de medidas que en vez de ayudar a su candidato presidencial, solo terminan por perjudicarlo.

Como el ultimo de los exabruptos que lo caracterizan cuando llamo “prietos” a los seguidores de Morena y particularmente de Andrés Manuel López Obrador, situación que por si sola debería de ser razón y argumento para su separación inmediata del cargo, pero que hay que decirlo es la menor de sus pifias.

Basta recordar el innecesario entuerto que provoco en Chiapas al imponer materialmente por la fuerza la precandidatura de la coalición con el Partido Verde, de su amigo el senador Roberto Albores.

En este caso en particular y que no es único, pero si el que mas ha llamado la atención mediática, el conflicto ya no tendrá vuelta atrás, aun y si se lograra un acuerdo de ultima hora esta semana.

Porque la imposición privilegio una división que tal vez ya no se pueda revertir y que incluso, podría suponer el rompimiento de la alianza y que cada una de sus fuerzas compita por separado.

Sin embargo Aurelio Nuño a cambio de mantener el mismo el control del partido a través de un incondicional Ochoa Reza, no atina a comprender que lo que esta fortaleciendo es una formula perfecta para la derrota.

Prueba de ello los nombramientos del ex gobernador de Coahuila Rubén Moreira como Secretario de Organización y peor aun de Felipe Enríquez Hernández como Secretario de Acción Electoral de la cúpula partidista.

Rubén Moreira termino su mandato en medio de muy diversos cuestionamientos acerca de su honradez y eso en este momento, a pesar del valor probatorio de los mismos, no abona en nada a la plataforma de un candidato que enarbola como su principal virtud la honestidad.
Pero mas grave todavía, a pesar de que su perfil publico parezca mas bajo, es la designación de Felipe Enríquez, sobre quien pesan un enorme cumulo de sospechas de corrupción desde que fungió como secretario particular de la Secretaria de la Reforma Agraria en una de las administraciones federales panistas.

A Enríquez se le apunta como el operador de una red montada para acaparar tierras ejidales en varias entidades, también por la usurpación e invasión de superficies de la mas alta plusvalía.

Independientemente de su cercanísima relación política, personal y de negocios con los ex gobernadores de Yucatán y Quintana Roo, Ivonne Ortega de quien es compadre y Roberto Borge respectivamente.

Pero sobre todo con su paisano el ex gobernador de Nuevo León Rodrigo Medina, de quien se decía era su hombre fuerte, al grado que intento hacerlo candidato a la presidencia municipal de Monterrey como antecedente para sucederlo, situación que no fraguo gracias precisamente a los escándalos que vinculaban a Enríquez con el negocio de la apropiación de tierras ejidales.

Como se observa el PRI no va en línea con la personalidad y actitud de su aspirante presidencial José Antonio Meade, el partido esta convirtiéndose en una cofradía de camaradas que sin importar sus habilidades y prestigio administran una campaña que no funciona, sin dejar de lado que parte de esa circunstancia es culpa de ellos mismos y no de su abanderado.

Pareciera que lo que se dirime es la repartición de los beneficios de una victoria que no se ve de momento como se pueda obtener, que lo único que importa es la distribución de las prebendas y no de lo único que realmente importa que es conseguir la victoria.

En estas circunstancias lo que se requiere por obvia deducción es un cambio radical y tan contundente que no solo sirva para mejorar esa parte de la imagen, sino para que auténticamente el PRI este dirigido por la experiencia, el conocimiento y el mas profundo concepto pragmático de ganar una elección, no por la soberbia y la arrogancia con la que se le conduce actualmente.

Cada día que pasa es uno menos en la carrera y serán momentos imposibles de recuperar, si el PRI no cambia a su dirigente de manera inmediata ya no habrá mucho mas que hacer.

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