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El puerto de altura de Progreso, oportunidad y esperanza

Jessica Saiden Quiroz
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Por: Jessica Saidén Quiroz.

La
visión estatista del gobernante, debe estar dirigida a encontrar soluciones a
base de resultados; los componentes integradores de cualquier Estado son
aquellos factores que inciden en el ciclo de vida de sus ciudadanos.

En
Yucatán, las condiciones geográficas nos permiten disponer de una multiplicidad
de elementos propios y sui generis.

Somos
herederos de una riqueza milenaria cultural y biodiversa a la vez, convergemos
como un punto de enlace con el sureste, el centro del país, los estados
colindantes con el Golfo de México así como el sur de Texas y la Florida.

Vivimos
– orgullosamente – en la región más segura y hogar de familias tradicionales
originarias y de personas radicadas de otras entidades, todos sumando a
preservar la calidad y la historia de vida forjada por muchas décadas.

En
la amplitud territorial, específicamente en la zona costera, tenemos un inmenso
nicho de oportunidades turísticas y comerciales, debido a la existencia desde
hace más de tres décadas del muelle fiscal del puerto de Progreso de Castro,
mejor conocido como Puerto de Altura.

El
Puerto de Altura progreseño tiene la capacidad dimensional para recibir
transbordadores turísticos y a dos mega-cruceros simultáneamente de cuarta
generación, ya que cuenta con canal de navegación con profundidad de doce
metros y a once metros y medio en las dársenas de maniobras.

Frontera
abierta y directa a los enlaces comerciales mundiales, exportó en el año 2016,
según datos de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, 283 mil toneladas
de productos, mientras que las
importaciones fueron de 2 mil 554 mil toneladas.

Los
principales rubros de bienes importados – exportados, fueron aquellos de
configuración nacional, los transformados por maquiladoras textiles, joyería o
implementos electrónicos, los de henequén, los avícolas y porcícolas,
perecederos, frutas, verduras, productos del mar y miel.

Las
principales zonas de influencia territorial o hinterland del puerto Progreso
abarcan Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco, por otro lado, el foreland, es decir, el área en donde se
conectan con otros puertos mediante sus rutas marítimas son con los de Nueva
Orleans, San Petersburgo y Miami en los Estados Unidos, San Andrés y Puerto
Limón en Centroamérica, Cartagena en Colombia y Santo Domingo, en República
Dominicana.

Por
otra parte, la llegada de visitantes nacionales, pero sobre todo extranjeros
inyecta a los sectores de la franja costera importantes ingresos para miles de
familias dependientes del ramo, como son restaurantes, hoteles y vendedores de
diversas mercancías.

El
crecimiento del llamado “turismo de cruceros” ha tenido, de acuerdo a diversos
estudios, un crecimiento exponencial, y en donde, aproximadamente un 41 por
ciento de los viajeros prefiere trasladarse hacia las aguas del mar Caribe
mexicano.

Las
cifras de la Secretaría de Turismo federal señalan, que en los meses de enero a
agosto de este año en curso, 5 millones 200 mil visitantes arribaron por vía
crucero a algún puerto azteca, de los cuales 4 millones de ellos prefirieron
llegar a puertos del Golfo Caribe, un incremento del 14.5% respecto al mismo
período en el 2017.

Por
ejemplo, a Progreso llegaron 103 embarcaciones en el mismo período
(enero-agosto), cifra significativa pero muy por debajo de Cozumel, a donde
arribaron 866 embarcaciones; lo mismo podemos decir del número de pasajeros, en
donde el municipio progreseño captó 310 mil 718 pasajeros, mientras que Cozumel
ha recibido a cerca de 3 millones.

Esta
semana llamó la atención la reunión que sostuvieron las representantes de la
Asociación de Cruceros de Florida y el Caribe (FCCA), Michelle Paige y Erika
Tache con el gobernador Mauricio Vila Dosal, el alcalde de Progreso Julián
Zacarías, el alcalde Mérida Renán Barrera así como el director del API, Raúl
Torre Gamboa.

En
ella, sus participantes reconocieron que la zona costera tiene el potencial
turístico para despuntar como un destino preferente. Sin embargo, aún se
cuentan con diversas carencias en la infraestructura y la oferta de servicios
de primer nivel.

Es
cierto, muchos de los cruceristas, prefieren viajar a Chichén Itzá u otras
zonas arqueológicas que divertirse en nuestras playas, siendo que éstas tienen
bellezas naturales inigualables.

Todo
debe partir desde el orden y la limpieza del malecón y calles de la ciudad,
porque darle una buena vista siempre atraerá a las personas, les gustará
permanecer más tiempo; el ordenamiento comercial de la zona, para que el
turista adquiera productos a precios competitivos, evitando la competencia
desleal.

Asimismo
es indispensable apoyar a los emprendedores y empresarios locales, con mayores
incentivos fiscales para que puedan invertir en ofertar opciones variadas de
entretenimiento, dándole oportunidades de empleo a miles de personas.

Los
gobiernos estatales, municipales y federales deben ser los principales
colaboradores de la sociedad civil en la rama turística, transformar esfuerzos
aislados y construir un proyecto integral costero que impulse el comercio y el
turismo a gran escala.

Jessica Saiden Quiroz
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