Y entonces llegó el lunes. Y con él la última semana de agosto. Sol y mar, brisa y toallas, arena y sal. Y el abuelo en aquella ocasión se reunió con ellos a la sombra de los pinos, como dice la canción. Más tarde bajarían a la playa, de momento disfrutaban de la conversación… Sonaba el verano, latía la vida! Hablaban y reían, mientras un cielo muy azul contemplaba su disfrutar..
“Os dije a todos que os contaría la historia del restaurante, y os la quiero contar. Había una vez, y todavía hay, un restaurante que se hallaba enclavado en una calle pequeña de un barrio marinero. De un lugar donde la gente sale a la pesca y.a la procesión de la Virgen del Carmen, cuenta las monedas hasta que llega el 30, lugar de gente de flores en la ventana y sencillez en el zapato.
Se trataba de un local que ofrecía un amable servicio y una carta modesta. Mesas con manteles de cuadros, alguna cojeaba alguna vez, muchas fotografías en blanco y negro en las paredes, la vida como era antes! Gran amor en la cocina y buen sacrificio para hacer el trabajo y pagar las facturas. Cerca de muchos otros restaurantes en el pueblo vecino, muchos de postureo…
Muchos muy buenos pero muchos de postureo, de esos que presumen las personas que todo lo presumen, muchos con fama, con elegancia, con diseño. Bellos, por supuesto. El pequeño restaurante era lo que se suele conocer como un negocio familiar… Y, una mañana y por sorpresa, recibió la visita de alguien con el don de la palabra, un Cid Campeador actual…
Os seguiré contando, que ya aprieta el calor..”
Dedicado a gente que es un Cid Campeador actual, y tiene el don de la palabra
A Belén y Manuel
A mi mago
A mi Luis
Al grupo Oigan, nos vemos en Valladolid
A las personas de verdad
A los abuelos
Y a los restaurantes que me gustan: muchos y de muchos estilos..
