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El reto de la producción del petróleo y la gasolina en México

Enrique Octavio De la Madrid Cordero
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Por Mtro. Enrique Octavio de la Madrid Cordero

México tiene una alta dependencia a los hidrocarburos. 89% de la producción energética del país se realiza a partir de los combustibles fósiles gracias a que somos productores de petróleo, gas natural y carbón, no obstante, cada vez producimos menos y consumimos más. Esto incrementa la vulnerabilidad de México.

En 2004 México produjo 3.4 millones de barriles de petróleo en promedio al día y en 2018 la producción se contrajo a 1.8 millones de barriles diarios, es decir, la extracción de crudo se redujo a la mitad. En 2018 se alcanzó el nivel más bajo de producción de los últimos 38 años y en 2019 la tendencia continúa a la baja.

La producción de gas natural también se ha reducido de forma consistente desde 2014, lo que ha incrementado la dependencia de México al gas que vende Estados Unidos, pues este es uno de los insumos fósiles menos costosos y más limpios para generar electricidad.

México necesita incrementar su producción de petróleo, pero no es una tarea fácil porque se requiere acceder a pozos con una profundidad superior a los 500 metros, y Pemex sólo tiene experiencia en perforación de pozos con una profundidad de hasta 100 metros.

Además, los pozos requieren de mucha inversión. Por ejemplo, explorar y explotar un pozo profundo tiene un costo de hasta 15 mil millones de dólares, una cantidad cercana al costo de construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco.

Cada pozo que se financie con impuestos de los mexicanos representa menos dinero para cubrir un importante número de escuelas, medicinas, hospitales o agentes de seguridad pública. No hay suficiente dinero para que Pemex explote los pozos profundos necesarios, menos si no tiene experiencia en ello.

Lo que Pemex necesita es asociarse con empresas privadas, nacionales o extranjeras, que sí tienen la experiencia y la tecnología necesarias, y que además compartan con Petróleos de México el riesgo y la gran inversión que implica la explotación de pozos en agua profunda. Lo que no va a compartir Pemex es la propiedad del petróleo, esa la mantiene en todo momento y de forma exclusiva México, y por ello recibirá dinero mediante pago de regalías y de impuestos que cobra a Pemex y a las empresas privadas.

La estrategia de aliarse con empresas extranjeras es muy recurrida internacionalmente para adquirir experiencia y nuevas tecnologías. Por ejemplo, China contrató a la empresa francesa Framatome, a la estadounidense Westinghouse y a la rusa Rosatom para construir reactores nucleares. Los ingenieros chinos aprendieron todo lo que implica el proceso y como resultado ahora no sólo construyen sus propios reactores nucleares, sino que son contratados por otros países para edificarlos.

Además, México tiene para escoger entre varias empresas privadas interesadas. Puede elegir la que le ofrezca mayores beneficios, a menores costos y mediante concursos públicos, transparentes y auditables.

Por otro lado, nuestro país consume una gran cantidad de gasolina y producimos poca. Por ello se busca construir una nueva refinería. Además, las refinerías actuales se especializan en petróleo ligero mientras que la producción de México se centra cada vez más en el petróleo pesado. Hace muchos años extrajimos petróleo parecido a un refresco de cola, ligero; y actualmente se asemeja más al chapopote, pesado, que se utiliza para la pavimentación de carreteras, por ejemplo.

Tomemos en cuenta que refinar gasolina a partir del crudo pesado es más caro y sería una opción poco competitiva para nuestro país, pues en el sur de los Estados Unidos, en las costas del golfo de México, hay múltiples refinerías especializadas en crudo pesado, que datan de la década de los setenta y están totalmente amortizadas, además de que cuentan con una mejor administración y conocimiento de los procesos, teniendo una amplia ventaja para competir por mejores precios.

También es importante considerar que en México no tenemos experiencia en la construcción de refinerías, tal como lo aceptó el presidente López Obrador, pues la última data de hace más de 40 años. Para edificar la nueva refinería de Dos Bocas, el gobierno convocó a empresas internacionales con experiencia, pero a los pocos días se desechó la licitación porque las empresas no pudieron comprometerse ante los altos costos de la obra y el tiempo de entrega que les era solicitado. Ante esto, se decidió que sería Pemex la que llevaría a cabo la obra, lo que pone en duda la viabilidad del proyecto.

Una consecuencia de refinar crudo pesado en México, será que produciremos mucho combustóleo, con él se genera electricidad pero al ser altamente contaminante para el medio ambiente y ser menos eficiente que el gas, muchos países han optado por dejar de utilizarlo.

Una de las razones por la que las refinerías que ya existen en México, como Tula y Salamanca, no están refinando más crudo, es porque no tienen espacio para almacenar más combustóleo.

En lugar de almacenar combustóleo debería de ser gasolina, que ese sí es un producto importante y estratégico para el país, del que no tenemos suficientes reservas y que podemos comprar en múltiples mercados internacionales.

Queda claro que los combustibles fósiles y sus derivados seguirán teniendo relevancia en los próximos años. Si bien el mundo está transitando a las energías limpias, en esta etapa de transición debemos de apostar por hacer más eficiente al sector energético, principalmente en la parte que tiene que ver con los hidrocarburos, de los que contamos con abundancia en el territorio nacional.

Por ello, debemos de encontrar mejores métodos para el almacenamiento de los combustibles estratégicos para México y seguir importando derivados, como las gasolinas, en los que tenemos una desventaja ante otros países del mundo.

México debe invertir de manera más estratégica sus recursos económicos. Si queremos aumentar nuestra producción petrolera, lo más conveniente para Pemex no es invertir en refinación, pues es un negocio en general perdedor, sino invertir en exploración y compartir el riesgo de perforación y extracción de los pozos petroleros con empresas privadas con mayor experiencia. De esta forma habrá un sector petrolero más competitivo y más recursos disponibles para todos los mexicanos.

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