Por Marco Antonio Cortez Navarrete
El miércoles pasado después de degustar un rico desayuno con mi amigo, Javier Herrera Aussin, decidí recorrer la calle 60 de norte a sur hasta llegar a la calle 65 y retornar al estacionamiento.
Entre la 59 y 61, de repente, observé a una caravana de “republicanas y austeras camionetas de lujo” y al llegar a la esquina de la 60 con 61 y mirar hacia palacio de gobierno llamó mi atención un grupo de periodistas en espera de alguien o de algo.
Con lo que me queda de olfato periodístico me acerque y saludé a los colegas quienes me dijeron que en el recinto del poder ejecutivo estaba el gobernador electo, Joaquín Diaz Mena, en reunión con el ejecutivo en funciones, Mauricio Vila Dosal.
No era necesario preguntar el tema, evidentemente la “visita de cortesía” de Huacho, como titularon algunos medios, tenia que ver con el proceso de transición. Dos celosos policías controlaban el ingreso a palacio apoyados en una muy endeble banda azul.
Después de unos minutos decidí continuar con mi caminata (para mi más importante) y no pude evitar atestiguar el desmadre que se registra en la plaza principal. Ya se, la finalidad es dejarla moderna, no obstante recordé las cientos de historias, anécdotas y leyendas de lo que jamás volverá a ser igual.
De vuelta, vi que los colegas aún esperaban que el gobernador electo saliera de palacio —ya eran muchos más— y finalmente al hacerlo Joaquín dio lo que fue su primera entrevista “banqueteara” a las puertas del histórico recinto que esperamos ocupe, toda vez que Mauricio Vila optó por despachar en uno de los pisos de un edificio gubernamental ubicado a un costado del centro de convenciones siglo XXI.
Posteriormente, al leer las declaraciones y ver las imágenes de Joaquín con los representantes de los medios me llamó la atención no ver en ningún momento al aún gobernador y próximo senador del PAN, Vila Dosal.
En cambio, a la entrada y salida de palacio el gobernante electo fue escoltado por Edgar Ramírez Pech, jefe del despacho de Vila, quien en todo momento tuvo la cabeza inclinada, sin dejar de ver el suelo y con esto eludiendo cualquier tipo de mirada o pregunta.
Esta actitud —no dudo— refleja la derrota, la vergüenza, pero también la soberbia ya que en ningún momento el aún gobernador Vila dio la cara. Desapareció la sonrisa de aquel Vila, el “Kent”, de muchas y muchos, en cambio, mandó a quien coordinara su su agenda para recibir y despedir a quien lo sustituirá en la silla del poder ejecutivo estatal.
Recordé cuando Vila Dosal llegó al poder derrotando a su tocayo, Mauricio Sahui Rivero. Recuerdo también aquel “espectacular” que fue colocado en diversos puntos de Mérida, poco antes de las elecciones y donde Rolando Zapata Bello, levantaba el brazo a Sahui en señal de triunfo.
Sin embargo la historia fue otra y ya mucha gente, desde meses atrás, sabía que el ganador sería Vila, quien por cierto, en sus redes sociales hasta hoy nunca se presentó como panista sino como empresario y “con el deseo de servir a México y a su estado, entendiendo las necesidades de la sociedad”.
Las cuales —acotó— son muy pero muy evidentes y palpables.
De cualquier forma, el gobernador electo dio una noticia buena al afirmar que el único funcionario que está firme en el cargo es el titular de la SSP, Luis F. Saidén. Ya con esto, la sociedad puede estar tranquila porque esperamos que el apreciado comandante Saidén haga uso de su experiencia para mantener la seguridad y el orden en la entidad.
Dicho lo anterior, el gobierno de Huacho —sabemos también—estará integrado por políticos de todas y todos conocidos. Ex militantes y ex funcionarios del PAN, del PRI y en una de esas del PRD ¿o usted cree habrá fundadores de Morena?. Tal vez, pero serían enviados de la ciudad de México por órdenes de la mandataria Claudia Sheinbaum Pardo.
Hasta la próxima y feliz fin de semana y no se olvide: Coma más frutas y verduras.
