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El Sabor de las Margaritas (Temporada 2)

David Moreno
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En la pantalla, por: David Moreno

La trata de personas es un asunto lacerante. Un tema que suele esconderse tras oscuras bambalinas porque en muchas ocasiones esto sucede con la complicidad de autoridades, empresarios y mafias, ligados todos por una casi irrompible cadena de corrupción que les permite seguir con un jugoso negocio en detrimento de seres humanos que son arrancados de familiares o que con base en engaños terminan en mundos llenos de penumbra, en los que pierden todos sus derechos como humanos para convertirse en objetos que sirven para fines perversos.

En la primera temporada de El Sabor de las Margaritas, la estupenda producción de la Televisión de Galicia estrenada en el mundo entero por Netflix, el asunto de la trata de personas se convertía en uno de los ejes temáticos sobre los cuales giraba la trama. En un pequeño poblado gallego se desarrollaba una exclusiva fiesta en la que participaba un selecto grupo de personas que satisfacía con chicas muy jóvenes – algunas menores de edad – sus instintos más bajos, su enfermiza necesidad de ejercer poder sobre otros seres humanos. Ello derivó en la muerte de alguien cercano a una agente de la Guardia Civil que se hace pasar por la responsable de la investigación para consumar una venganza.

En la segunda temporada, el tema es tratado aún con más rigor. Ello implica un viaje a lugares en donde se retiene a las personas en contra de su voluntad, a lo que tienen que vivir y a los constantes abusos tanto físicos como psicológicos a las que están sometidas chicas que son arrancadas de sus familias, niñas que aún juegan con muñecas, y si bien el asunto es mostrado con sordidez, también hay que señalar que todo se aborda – particularmente en el aspecto visual – con mucho cuidado, utilizando elementos propios del lenguaje audiovisual (sonidos extradiegéticos, el contracampo, planos detalle a objetos y ropa, etc) para generar en el espectador el horror provocado por una mísera y dolorosa situación.

Y todo pasa por un personaje maravilloso: Eva Mayo. Una mujer que en esta temporada es perseguida con mayor insistencia por sus fantasmas, por un pasado que le atormenta y que la lleva a extremos psicológicos y emocionales que marca su camino y su idea de justicia. Es un personaje complejo y sumamente completo, alguien que se desliza rápidamente por un tobogán hacía los más profundos abismos con muy pocas probabilidades de salir inmune de los mismos. El desarrollo que el personaje alcanza en la nueva entrega se debe al enorme talento de María Mera. María tiene la capacidad de expresar vulnerabilidad y encontrar en ella a su más grande fortaleza. Construye a una anti heroína a partir de una supuesta debilidad y de la falta de capacidad para encajar en un mundo que no entiende sus propias circunstancias y que en cierta forma le ha relegado. Logra ciertos momentos de estabilidad junto a su padre y junto a Salgado (Santi Prego) un veterano policía que se convertirá accidentalmente en su aliado, pero al final Eva se transforma en una isla que va flotando siempre contracorriente con todas las consecuencias que están implícitas en tal transformación, en ese auto infligido aislamiento.

El Sabor de las Margaritas demuestra que el thriller policiaco puede ser mucho más que la resolución de un misterio, puede – e incluso debe – mostrar las consecuencias que los crímenes tienen en la sociedad y en las personas que tienen enfrentarlos en todas sus facetas: desde la perspectiva de las víctimas o de quienes intentan ponerle freno a actividades que destruyen vidas enteras incluso la de ellos mismos.

La segunda temporada de El Sabor de las Margaritas está disponible en Netflix.

David Moreno
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