Un reciente estudio realizado por físicos de China y Francia ha descubierto un sorprendente vínculo entre la famosa obra “La noche estrellada” de Vincent van Gogh y la teoría matemática de la turbulencia. Según los investigadores, el cuadro refleja una comprensión intuitiva del comportamiento caótico de los fluidos, un fenómeno que incluye el movimiento del agua, las corrientes oceánicas, el flujo sanguíneo y las nubes de tormenta.
El autor principal del estudio, Yongxiang Huang, investigador en la Universidad de Xiamen, explicó que la turbulencia, aunque parece caótica a simple vista, sigue un patrón predecible. “Imagínate que estás de pie en un puente y observas el flujo del río. Verás remolinos en la superficie, y estos remolinos no son aleatorios. Se organizan en patrones específicos, y estos tipos de patrones pueden ser predichos por leyes físicas”, afirmó Huang en declaraciones a la revista Physics of Fluids.
El equipo de científicos utilizó una imagen digital de “La noche estrellada” para analizar las 14 formas arremolinadas presentes en la obra. Compararon estas formas con la teoría de la turbulencia de Kolmogorov, formulada por el matemático soviético Andrey Kolmogorov en la década de 1940. Según esta teoría, los remolinos grandes transfieren energía a otros más pequeños en un proceso que sigue reglas matemáticas definidas.
La obra, que Van Gogh pintó en 1889 desde su ventana en el asilo de Saint-Rémy-de-Provence, ha sido considerada durante mucho tiempo como una representación del estado mental turbulento del artista. Sin embargo, el nuevo estudio sugiere que, además de esta dimensión emocional, Van Gogh capturó en sus pinceladas el comportamiento físico del mundo natural. “Creo que esta relación física debe estar incrustada en su mente, por eso cuando hizo esta famosa pintura ‘La noche estrellada’, imita el flujo real”, señaló Huang.
Aunque Van Gogh no tenía conocimientos formales de física, los científicos creen que pasó mucho tiempo observando la naturaleza, lo que pudo haberle permitido plasmar estas dinámicas en su arte. James Beattie, investigador postdoctoral en la Universidad de Princeton, quien no participó en el estudio pero ha realizado trabajos similares, comentó que “es una coincidencia asombrosa que la hermosa pintura de Van Gogh comparta muchas de las mismas estadísticas que la turbulencia”.
El análisis no se limitó a la obra de Van Gogh. Los investigadores aplicaron el mismo enfoque a la pintura “Chain Pier, Brighton” del británico John Constable, así como a una fotografía de la Gran Mancha Roja de Júpiter, tomada por la nave espacial Voyager 1 en 1979. Aunque las nubes en la pintura de Constable no presentan patrones arremolinados tan definidos como los de “La noche estrellada”, el estudio observó que sus estructuras siguen escalas similares a las de los remolinos turbulentos presentes en la atmósfera.
El equipo también halló que, a una escala más pequeña, algunos de los remolinos en “La noche estrellada” siguen un patrón estadístico conocido como la escala de Batchelor. Esta describe cómo las partículas pequeñas, como algas o polvo, son mezcladas pasivamente por los flujos turbulentos. Beattie expresó su admiración por este descubrimiento, destacando que “es genial… este tipo de estadísticas es exactamente lo que esperarías ver en las floraciones de algas siendo arrastradas por las corrientes oceánicas o el polvo en el viento”.
A pesar de estos hallazgos, Huang enfatizó que el flujo turbulento sigue siendo un fenómeno difícil de explicar completamente, incluso después de más de un siglo de estudios científicos. “Es extremadamente importante, pero es extremadamente difícil”, señaló Huang, destacando que una comprensión completa podría mejorar la predicción del clima y otros procesos naturales.
Por su parte, Beattie concluyó reflexionando sobre la belleza universal de la turbulencia y su reflejo en el arte de Van Gogh. “Amo profundamente el hecho de que puedo tomar mi comprensión de la turbulencia en el plasma entre galaxias y aplicarla… en nuestros propios lagos, océanos y atmósfera. Van Gogh capturó algo de esta universalidad en la hermosa ‘Noche estrellada’”.
Este estudio ofrece una nueva perspectiva sobre una de las obras más icónicas del arte mundial, mostrando cómo ciencia y arte pueden converger en formas inesperadas.
En la actualidad, “La noche estrellada” se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y sigue fascinando tanto a científicos como a amantes del arte por igual.