Por: Cristina Padín
Ese señor era eso: un señor. Y un señor con clase y elegancia.
Como son los señores. Se diría que podía ser como un torero antiguo, de los que
firmaban con la palabra. Porque la palabra era ley.. no era hueca. Podía ser
como un labrador gallego. Firme y fuerte.
Y era valiente.
El señor que el día 20 dijo cosas también hizo cosas.. y sentado
en su vieja moto azul, la que hacía un ruido raro, llevó la alegría con su
trabajo a la aldea. Después a otras aldeas. Y luego al pueblo. A otros pueblos.
Y se dirige ahora a la ciudad.
Con una cesta de fruta y de palabras..
Dentro lleva la valentía. Promesas que tienen valor. Una
tableta del chocolate que le gustaba a su abuela. Un libro de cuentos de
lareira gallega, de los que tienen retranca. Miel, castañas. Y una felicitación
de Navidad. Dijo verdades. Hizo cosas!
Deja esas cestas en puertas de ley. En las de personas
huecas no deja nada. Nada son.. nada merecen.
Me he inspirado en una película que recomiendo, El inglés
que cogió una maleta y se fue al fin del mundo, y en la bondad/maldad de la
gente
A personas que no son huecas
A personas que mandan divinas felicitaciones navideñas
A los M
A JC, que regala miel (yo también, aunque a mí no me guste);
al perfecto JM; a B y M
A Julia
A Blanca
Al toreo
A Luis
A toreros de ley
A villancicos
A la retranca gallega
A gallegos valientes
A ancianos, a abuelos, y a mi abuela
