Editorial La Revista Peninsular
La implementación del Plan de Movilidad Urbana dispuesto para reducir y prevenir contagios ante la pandemia ha dado mucho de qué hablar. El gobierno era consciente del reto que implicaba echar a andar esta estrategia, pues debía tomar decisiones poco populares, además que influirían factores fuera de su control, como el clima. Sin embargo, debía implementar las medidas necesarias para garantizar la salud de los ciudadanos debido al proceso de reactivación económica que atraviesa el estado.
El plan consistió en reubicar paraderos para dispersar a los usuarios, ampliar las aceras para que peatones puedan guardar distancia, reducir las calles para habilitar un solo carril de circulación y establecer carriles únicos para autobuses del Centro de la capital yucateca. De igual manera, se designaron zonas de descenso para el transporte público con el fin de evitar contacto entre pasajeros, se arborizó la zona y se anunció el aumento gradual de camiones y combis.
La reubicación de paraderos demostró ser la medida más controversial, pues los usuarios tenían que caminar distancias más largas para acceder a sus rutas de costumbre. Debido a esto, el gobierno creó el Circuito Enlace Mérida, el cual es un transporte gratuito para grupos vulnerables, como personas con alguna discapacidad o de edad avanzada, que opera en el primer cuadro de la ciudad.
Asimismo, se avocó a brindar la información necesaria para que no hubiesen dudas respecto a estos cambios. Días antes de que entraran en vigor las disposiciones, se difundieron en redes sociales y medios de comunicación los cambios específicos de las rutas; también, personal público repartió mapas y resolvió dudas en las calles del Centro.
El domingo trece de septiembre se implementaron las medidas como se había planeado, y la jornada transcurrió sin mayores complicaciones. El éxito de este primer día tuvo mucho que ver con la tranquilidad que traen consigo los domingos, pues la gente normalmente descansa y el tránsito disminuye, a comparación de los demás días de la semana.
Ahora bien, en los dos días subsecuentes no se corrió con la misma suerte, ya que cayeron fuertes aguaceros que generaron caos en la ciudad. Los usuarios de transporte público, que aún se acostumbraban a sus nuevos paraderos, tuvieron que caminar y esperar bajo la intensa lluvia. No había espacio para buscar el lado positivo de la situación y consolarse con que el sol no castigaba, pues llovió tanto que las calles se inundaron y era sumamente difícil trasladarse de una calle a otra.
Afortunadamente el clima mostró clemencia el miércoles, y el día volvió a transcurrir sin problema alguno.
Después del lunes y martes, se difundieron en redes sociales imágenes de los diluvios junto con reclamos al gobierno. Si bien, la mayoría de estos comentarios refirieron a la lluvia, el cual es un problema que el ejecutivo no puede solucionar, sí se compartieron algunas quejas sobres las que se puede trabajar.
Por ejemplo, una importante cantidad de personas no pudo utilizar el transporte público porque culminó el horario de servicio, a pesar de esperar por minutos en el paradero. Considerando que las unidades deben transportar a menos gente para evitar contagios, pero la cantidad de personas que necesita del servicio no varía, sería pertinente acelerar el aumento de vehículos o ampliar el horario de operaciones.
Cambios que afectan de forma tan drástica la rutina de una población toman tiempo en ser asimilados. Debemos dar tiempo a estas medidas para juzgar su efectividad, y tomar un papel activo en la implementación de las mismas para contribuir a su eficacia.
Recordemos que las medidas son temporales, una vez que la contingencia haya terminado podremos retomar nuestras rutinas, pero ahora la prioridad debe ser nuestra salud.