Por: Alan J. Contreras Castillo.
Los estudios que se realicen en materia financiera, técnica, jurídica, económica y ambiental determinaran el éxito que pudiese tener el tren maya como motor de inversiones y pieza clave para la conectividad del sureste mexicano.
Se piensa conectar los estados de Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Chiapas y Tabasco a través de más de 1500 km de vías férreas, para lo cual se destinará un presupuesto aproximado de entre 6000 y 8000 millones de dólares (según calcula el equipo de Andrés Manuel López Obrador), lo cual puede aumentar si no se planea de manera correcta como en el caso del Tren México-Toluca.
Si bien la propuesta del Tren Maya lleva años siendo pensada por el equipo del actual ejecutivo electo, lo cierto es, que su estudio e investigación se ven limitados a tan sólo unos cuantos meses desde que resultó ganador en las elecciones presidenciales. Un proyecto de tal calado exige estudios e investigaciones a profundidad y que los mismos sean analizados de manera objetiva pensando siempre en lo que resulte más viable y provechoso para la sociedad que ahora esta bajo el gobierno de una nueva administración.
Mucho se habla sobre los derechos de vía, del daño ambiental a las zonas selváticas, de la no viabilidad financiera del proyecto y de la temporalidad del mismo, pero, en ningún momento se ofrecen documentos técnicos o estudios de impacto que puedan demostrar con argumentos a favor o en contra, que dicha obra debe o no proceder.
Jorge Guadarrama, experto inmobiliario y de infraestructura en Baker McKenzie, en entrevista con la revista Forbes, expresa que para un proyecto de tal magnitud, debería destinarse cuando menos un año de estudios a profundidad para conocer la factibilidad de su realización y cuatro años para su construcción en caso de llevarse a cabo.
Desde mi óptica, sería muy notable saber en donde arrancaría dicha obra para determinar si es mejor en un estado o en otro, por ejemplo, no es lo mismo que se empiece a construir en Tabasco a que se inicie en Cancún, donde existe una elevada ocupación hotelera debido a sus altos índices de turismo, con lo cual, podría inyectar recursos en simultaneo al resto de la construcción para no resentir los embates de destinar casi todo el presupuesto de turismo a la canasta del tren. Ésta, entre muchas otras preocupaciones, deberían tener un fundamento técnico que haga las veces de los argumentos a favor de quienes se empeñan en construir esta magna obra.
En definitiva, me encantaría ser pasajero de ese tren, pero no me gustaría serlo a sabiendas de que causaría más daños que beneficios.
Alan J. Contreras Castillo
Director Ejecutivo de C&C Consultores
Lic. en Ciencias Políticas por la Universidad Modelo
Asesor de la LXIII legislatura- Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
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