La Revista

El valor de los valores

Raul Sales Heredia
Raul Sales Heredia
Sígueme en redes sociales:

Por Aquellos que vienen después.

Por: Raúl Sales Heredia.

En estas fechas solemos reunirnos en torno a una mesa
cubierta de

abundantes alimentos, a darnos regalos, a brindar, a
celebrar la unión y el amor de nuestros seres queridos y mientras nuestra noche
se torna fiesta, hay niños que están en las calles, hay padres que rebuscan
entre la basura para encontrar botellas de plástico y latas para vender o para
encontrar algo que puedan comer, hay ancianos que a pesar de su avanzada edad tienen
que pedir limosna pues nadie se acuerda de ellos.

No quiero arruinarles las fiestas o hacerlos sentir
mal, cierto, no es su culpa el que nuestra economía no distribuya bien la
riqueza y que tengamos a la mitad de los 120 millones de mexicanos en pobreza,
no es nuestra culpa, nosotros no hicimos nada para que estén así, por el
contrario, muchos de nosotros apenas tenemos para sobrevivir, tenemos deudas,
tenemos gastos que se llevan nuestra quincena y nuestro aguinaldo pero, en las
líneas de arriba puse una verdad que puede interpretarse de otra forma…
“nosotros no hicimos nada”.

El problema dentro de nuestra sociedad y en la mayor
parte del mundo es la falta de acción de aquellos que podemos hacer un cambio,
de los que sabemos que la humanidad no se divide en color de piel, en
preferencia sexual, religión, en cuanto tienen o cuanto saben. No es fácil
organizarnos para ayudar, nos duele ver como se matan al otro lado del mundo
pero, como están lejos, no podemos hacer nada, no es sencillo ver como se matan
en otro estado, en otra calle pero, como no los conocemos, tampoco hacemos
nada. Aquí, en estos tiempos en que toda la información está al alcance de la
mano, en que las redes sociales nos dejan ver lo que sucede en todos los
rincones del planeta deberíamos ser capaces de lograr influir en los
acontecimientos, lo vemos, nos enoja, lo comentamos o ponemos
“emoticones” de carita triste o enojada pero, a fin de cuentas… no
hacemos nada.

Cerrar los ojos no desaparece a los monstruos, la
ignorancia no nos hace felices, decir que no es nuestro problema no lo evita,
acusar al gobierno no nos excluye de nuestra responsabilidad.

En estas fechas en que tradicionalmente hablamos del
amor, de dar, de ayudar, es una buena fecha para empezar a hacer algo y no hablo
de dar una limosna o dar un plato de comida, un cobertor, una ropa, un juguete,
hacerlo es útil y saca una sonrisa a quien se lo damos y nos calienta el alma
pero, aunque lo hacemos con gusto, es un paliativo del problema real y peor
aún, con esa pequeña y desinteresada acción sentimos que ya cumplimos nuestra
cuota de ayuda… quizá, no lo sé, tal vez eso sea suficiente, tal vez no
¿Ustedes que creen?

Si bien no podremos acabar con la pobreza pues es una
cuestión multifactorial e inmensa para nuestras limitadas capacidades
individuales podemos hacer algo a tan largo plazo que ningún gobierno lo hará
pues no es rentable políticamente al no poder levantarse el cuello y saludar
con sombrero ajeno dentro del tiempo de su administración, nosotros, personas que
seguimos y seguiremos aquí a pesar de quienes “nos juran que
servirán” o que no sentimos apego alguno por color partidista y que
creemos que los partidos son más un lastre que un activo y que no creemos en
las divisiones que nos venden de “conmigo o contra mí” somos los que
tenemos en nuestras manos la posibilidad de cambiar para mejorar.

Verán, la idea de dar un plato de comida, un juguete,
una cobija, o ropa en buen estado, es un paliativo a menos que llevemos a
nuestros hijos y sean ellos los que participen en la entrega, que les enseñemos
que deben compartir, que deben comprometerse, que ayudar a su prójimo no es una
pose o una foto, que en sus manos está acabar con esa herida en la humanidad.
Son nuestros niños los que deben despertar esa empatía por otro ser, que deben
de ayudarnos a limpiar las calles, que deben ver como los adultos son honestos,
respetuosos, que no bajan la cabeza ante las injusticias, que cuidan el agua,
que protegen al inocente, a los animales. Quizá si lo hacemos por nuestros niños,
si somos la mejor versión de nosotros para poder transmitírselo, ellos no
tengan que obligarse a hacerlo pues lo aprenderán desde su primera infancia y
quizá, nosotros, generación perdida, al obligarnos a hacerlo terminemos creando
el hábito y cuando alguien nos pida una mordida pensemos en lo que le vamos a
enseñar a nuestros niños, en que cuando alguien te ofrezca un bien robado,
pienses en tus hijos y no solo no aceptes sino denuncies, que cuando veas una
acción incorrecta pienses en como te verán los niños y no hagas como que no
pasa nada y evites que siga.

Y si quieres hacerlo, no es solo en estas fechas, es
algo que debemos hacer todos los días, limpiar no nos cuesta, ser educados
tampoco, ser puntuales menos, ser respetuosos no tiene precio y cuando
recibamos nuestra quincena, es hora de tomar a nuestros niños e ir a ayudar al
prójimo con un desayuno, con una comida, con una ropa nueva, con una pelota.

No, no es rentable políticamente; no, no es un
programa de gobierno; no, no es para salir en la foto; no, no es para presumir;
no, no nos dejará ninguna utilidad económica pero sí, una enorme satisfacción y
al hacerlo, aquellos que vienen después podrán cambiar aquello que en nuestra
desidia, permitimos que se echara a perder.

¡Felices fiestas! ¡Feliz año! ¡Feliz vida!

Raul Sales Heredia
Raul Sales Heredia
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último