La Revista

Electores impacientes

Pascal Beltrán del Rio
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Por: Pascal Beltrán del Río.

La alternancia ha sido el signo de las elecciones
mexicanas del último cuarto de siglo.

De las últimas 130 votaciones para gobernador, sólo 41
se han definido por la continuidad en el poder. O, lo que es lo mismo, 89 han
dado lugar a un cambio de partido gobernante.

Y el porcentaje de alternancia se ha ido ampliando con
el tiempo, pues únicamente en 24 de los 98 casos más recientes el mandatario
estatal entrante ha sido correligionario del saliente.

En 12 de las 32 entidades federativas, las últimas
tres elecciones de gobernador han dado lugar a sendos cambios de partido gobernante.
Solamente cuatro estados no han tenido alternancia alguna durante dicho ciclo
(Hidalgo, Coahuila, Estado de México y Guanajuato).

A partir de esos datos, se puede concluir que los
ciudadanos no son muy pacientes con sus gobiernos estatales. Y lo mismo se
podría decir respecto del gobierno federal, pues la alternancia ha marcado tres
de las últimas cuatro elecciones presidenciales.

Sólo siete estados han concedido una nueva oportunidad
al partido en el poder en los comicios de gobernador más recientes (Querétaro,
Chihuahua, Guanajuato, Estado de México, Coahuila, Hidalgo y Baja California).

En teoría, la gente otorga la mayoría a un partido
distinto para castigar al que se va, pero también con la esperanza de que el
que llegue lo haga mejor.

El año pasado, los candidatos de Morena y partidos
afines desplazaron del poder al PAN en las elecciones de gobernador de Baja
California Sur y Nayarit; al PRI en las de Sonora, Sinaloa, Colima, Guerrero,
San Luis Potosí, Campeche, Zacatecas y Tlaxcala, y al PRD en la de Michoacán.

Sólo tres de las 15 entidades que renovaron su
Ejecutivo en 2021 optaron por la continuidad (Baja California, Querétaro y
Chihuahua); las demás se fueron por la alternancia.

¿Qué esperar de las elecciones del próximo 5 de junio?
Seguramente lo mismo. Parece que, en la mayoría de los casos, los ciudadanos se
inclinarán por una opción política distinta.

Ahora bien, ¿qué tan eficiente ha sido la alternancia
para resolver las demandas de los votantes?

Quizá debamos preguntárselo a los habitantes de los 12
estados que dieron un puntapié a los partidos gobernantes en las votaciones del
año pasado.

Por ejemplo, ¿ha disminuido o se ha incrementado la
inseguridad en Sonora, Colima, Michoacán, Guerrero y Zacatecas desde que
cambiaron los gobiernos de esas entidades?

Los datos oficiales indican que lo segundo. Y eso que
el gobierno federal, que es del mismo signo político que los gobiernos
estatales, ha procurado poner en práctica programas para lograrlo. Pese a los
“blindajes” con elementos del Ejército y la Guardia Nacional, la violencia
criminal en esas entidades aparece frecuentemente fuera de control.

De cara a las elecciones del 5 de junio, ¿se
beneficiarán los quintanarroenses, oaxaqueños, tamaulipecos e hidalguenses de
las alternancias políticas que aparentemente tendrán lugar en sus respectivas
entidades? Sólo el tiempo lo dirá.

Nadie experimenta en cabeza ajena, dice el dicho. A la
hora de votar, suele pesar más el enojo con el pasado que la esperanza en el
futuro. O al menos eso dice nuestra historia electoral reciente.

Pascal Beltrán del Rio
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