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En campaña las palabras hechas promesas… En gobierno, resultados

Carlos Capetillo Campos
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Reflexiones en voz alta, por; Carlos Capetillo Campos

No tengo dudas de que, en campaña, sobre todo si eres candidato de oposición, las palabras hechas promesas pesan, prometes que cuando llegues al gobierno harás tal o cual cosa, programa y lo que sea y eso despierta esperanzas de una gran cantidad de población, que ve como el tiempo pasa y los gobiernos también sin que mejoren sus condiciones de vida y de sus hijos y esto es campo fértil para los candidatos de oposición.

Sin embargo, al llegar al gobierno se encuentran con que no es tan fácil convertir las palabras en los resultados esperados, ya sea por razones de presupuesto, de compromisos internacionales, condiciones legales y tantas cosas que se convierten en obstáculos para los gobernantes; entonces se recurre al expediente fácil de echarle la culpa de lo malo a los antecesores.

Desde luego que las facultades que el cargo les otorga son muy amplias, suficientes para cometer sus propios errores que se acumularan en el futuro y los que vengan los culpen de la situación del momento.

Nadie duda dentro y fuera de nuestras fronteras de la perseverancia del actual Presidente Andrés Manuel López Obrador y del reconocimiento que los votantes le otorgaron y de sus deseos de corregir males que el pueblo de México sufre, y a veces son simple ordenamiento de las acciones, por ejemplo, el tema del combustible, en que se premia a los que lo robaban, se dice y se repite por todos los que tienen la oportunidad de expresarse en los medios, que a los delincuentes de cuello blanco ya se les tienen identificados, que ya están congeladas sus cuentas bancarias; pero esto solo ellos lo saben, la opinión pública solo conoce palabras y como ya declaró el Presidente que no habrá castigo para los que hayan delinquido y para eso le van a dar una cantidad mensual que les permita vivir sin delinquir, entonces se cae en lo que se pretende combatir que es la impunidad.
Se cancelan obras técnicas que serían un impulso importante para el desarrollo sin que exista un análisis técnico, se autorizan otras en sustitución sin que exista un dictamen emitido por expertos en el tema, con un costo impresionante para los mexicanos.

Se culpa a los del pasado del desastre que se encuentra en Pemex y deciden cancelar la carga fiscal sin que se ejerza ninguna acción correctiva a los que la dejaron en ese desastre, es decir la impunidad en pleno.

Hay un libro que circuló hace años, escrito por un personaje ahora muy importante, nada menos que el Presidente, dedicado a criticar una acción del gobierno en turno, ese libro se llama Fobaproa, el robo del siglo, que trata del rescate bancario y lo que nos costaría a los mexicanos y en todos los libros de ese personaje su esencia es que se beneficia a los ricos a costo de los pobres y eso es inaceptable, en lo cual coincidimos plenamente.
Y me parece que su lema de primero los pobres es correcto, pero creo que el objetivo es hacer una sociedad sin pobres y que todos sean si no ricos que si tengan lo suficiente para vivir decentemente, pero a base de su propio esfuerzo, de su propio trabajo honesto y productivo. Desaparecer a los ricos, aparte de ser una utopía no es lo ideal en una sociedad de avanzada.

La corrupción, su obsesión, no se va a acabar sino se elimina la impunidad. Hay corruptos porque saben que no les pasa nada.
A la cárcel, quítenles todo lo robado y devuélvanlo al pueblo y además que la sociedad les aplique castigo social, que no les permitan acceso a restaurantes, no los saluden, aíslenlos, que sepan que robar les saldrá muy caro. Si el sueldo y prestaciones que les cubren por sus servicios en un cargo les es insuficiente, no lo acepten y busquen otro trabajo. Pero si lo aceptaron, deben de organizarse para vivir con sus ingresos honestos. Así de simple.

Y pasando a otra cosa más placentera para mí, esta semana dos eventos marcaron mi felicidad. La primera el 5 de febrero, que mi hijo Carlos, uno de mis legítimos orgullos, cumplió 51 años y con ese motivo vino a Mérida, aunque otros dicen que vino por el triatlón de Mérida, por lo que sea, fueron unos días que nos regaló.

El otro fue el 6, el día siguiente, que festejamos 52 años de casados Cielo y yo y que más les puedo decir. Los 52 años hablan por sí mismos.
Como ven, el equilibrio de la vida, noticias que preocupan y noticias que alegran.
Te saludo cordialmente.

Carlos Capetillo Campos
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