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En Eso YO NO Estoy de Acuerdo

Jorge Valladares Sánchez
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En Eso YO NO Estoy de Acuerdo Cuando quien Gobierna se Maneja Solo

Por: Jorge Valladares Sánchez *.

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Érase que se era, en aquellos tiempos donde no era obligatorio para los papás hacerse cargo de las clases a distancia de sus hijos, que algunos ya nos ocupábamos de repasar con ellos y procurar hacer ameno el aprendizaje a la vez que disfrutar el trayecto de la escuela a la casa, en aquellos tiempos en que ese recorrido no era motivo de persecución policiaca en nuestro hermoso Yucatán.

-Mi Clausy (a los 5 años): Papi, que hace un psicólogo”.
– Papi, o sea yo: “somos los que ayudamos a la gente cuando quieren hacer algo y no se sienten seguros de poder hacerlo”.
– Clausy: ¡Ahhh!
– Papi: ¿y cómo se llaman los que enseñan a los niños?
– Clausy: maestros.
– Papi: ¿y los que curan a las personas?
– Clausy: doctores
-Papi: ¿y los que manejan los coches?
– Clausy: ¡Papás!

Pues sí, hubo un tiempo en el que yo podía conducir un auto, como buen papá, y llevar en él a mi hija amada, y a mi otra hija y a mi hijo y a mi mujer, y a quienes cupieran para estar juntos, tan juntos en el auto, como en la casa, tan conversadores, juguetones y alegres como siempre, para ir de un lado a otro, para sentirnos parte de algo más grande por estar unidos, igual de cuidadosos en la conducción del auto que en la seguridad en casa.

Ayer nuestro Gobernador salió a decirnos que de ahora en adelante ya no requiere de alguien que conduzca para él, ni viajará con nadie más en vehículo alguno, porque expertos en salud (así, en plural y con garantía) asesoraron a nuestras autoridades estatales en salud y esto es lo que hay que hacer. Y si él puede prescindir de tal acompañamiento, todos podemos, por lo cual decidió que nuestro personal de seguridad pública (al que le pagamos entre toda la ciudadanía) nos detenga y aplique diversas medidas previstas en la ley (así clarito y con todo rigor jurídico) si rebasamos el máximo de ocupantes por vehículo que desde mañana será de 1 persona.

A mi Clausy ya hace un mes que no la puedo ver en persona, repasar concepto o chiste alguno, ni abrazar, ni besar como a diario lo hacía. La pandemia, el permiso que ésta le ha dado a su mamá para decidir que sólo ella sabe sanitizar ambientes y mi prudencia nos mantienen a una lacerante distancia. Así que sin mi función choferil que como padre corresponde, no hay problema de apoyar al buen Mauricio en esto.

El problema para mí, aclaro en mayúsculas: PARA MÍ, es que en unos cuantos días pasamos del apoyo y la unión de todos para salir adelante ante la pandemia a la imposición en la que una persona no facultada decide, asesorada por quien considere, lo que cada ciudadano/a de nuestro Yucatán debe hacer. Es vital que como comunidad hagamos lo que a todos nos cuide, así como el respeto a los derechos humanos y el uso legal de las facultades de cada autoridad, sin excesos, al mismo tiempo que el buen liderazgo y uso de los recursos públicos para propiciar que la comunidad haga lo que nos corresponde hacer para el bien de todos y el mejor tránsito por la llamada contingencia sanitaria. Ayer mismo leía al OmbudsPerson yucateco en atento exhorto a todas las autoridades en este sentido; lamentablemente parece que ya esos expertos tenían otros datos.

Ya sé que la mayoría de las medidas no son ocurrencias, que vienen de las mejores prácticas internacionales, sin creatividad local, sino siguiendo protocolos ampliamente aceptados y científicamente sensatos. Estoy de acuerdo, promuevo y practica casi todo lo que tanto se dice que debemos hacer en casa y en la calle; no es apoyo, es sensatez y respeto hacia mi gente y mis paisanos. Bueno, hasta cuando buenas amigas luchadoras sociales y expertas en la materia declararon que la “ley seca” era una medida que tendría impacto negativo en muchos hogares donde hay violencia doméstica acentuada por el alto consumo de alcohol, decidí buscarle el lado positivo a la restricción. Y, aunque sea bastante más complicado que eso, unos días sin alcohol hasta podrían venirnos bien.

Sé que es una medida paternalista; que al gobierno no le corresponde decidir qué días no se puede consumir lo que permite todos los demás días y con altos ingresos en impuestos para sus arcas. Que el comportamiento de la ciudadanía no se verá influenciado por la ausencia de venta de alcohol, sino, quizás, por su NO consumo, pero este se resuelve con tantita previsión o el conocimiento de un clandestino (nombre absolutamente impropio para un lugar del que cientos de personas nos pueden decir dónde queda el más cercano).

Pero ya no pensando en mí, que mal que bien tengo acceso a situaciones que hay quien no lo tiene, sino en que la restricción es lanzada desde arriba, universalmente y sin formas de apoyo para quienes no pueden simplemente acatar, tendrán que desatender y quedan en riesgo de recibir coerción por sus propios servidores públicos, a los que pagamos. Me preocupa la falta de visión global de la diversidad de circunstancias de la ciudadanía y los problemas adicionales que crea este intento de medida preventiva, excesiva en su determinación. 

Ya, en generosa oportunidad previa que me dio La Revista Peninsular, comenté lo tan sabido: hay quienes TIENEN que salir de casa y no porque no quieran quedarse o no quieran atender al llamado de colaborar. Y a varias de esas personas tenemos mucho que agradecerles. Así que, ¿Y la persona que depende de otras, pero vive sola y sólo con ayuda eventual puede atender lo que necesita? ¿Y los que no tienen auto o no saben manejar y viajaban con alguien más para poder ir, por no ser de los que se pueden quedar en casa? Ahora los miembros de una misma familia que TIENEN que salir y por fortuna cuentan con un auto, tendrán que decidir quién se va en transporte público; que, por cierto, supongo que pensando en eso los expertos asesores piensan que eso es menos riesgoso que dejar que quienes de por sí conviven, también se transporten en un auto. Y si eres padre/madre soltera y, junto a la fortuna de sí poder ver a diario a tu hijo/a, también tienes que encomendarle a alguien que noblemente te apoya, ¿ahora tendrás que pedirle se lo quede y dejar de verle tú? No suena muy sencillo, incluso para muchos/as será imposible.

No soy experto en salud convocado para asesorar. Sí soy experto en personas, y por ello sé que hay una enorme diversidad de circunstancias, las cuales deben ser consideradas para plantear una medida pública, y atendidas para evitar daños mayores que los beneficios que pueda traer; pero especialmente una autoridad está obligada a fundar y motivar explícitamente las medidas que representen afectación a los derechos de la ciudadanía y daño a sus condiciones de vida.

Y por ello, NO estoy de acuerdo en tal imposición: por inútil, por ajena al sentido común, porque tengo derecho a expresarlo, y porque estoy calentando motores por si llega a ser necesario que salga en mi auto con mi mujer y un servidor público me dice que va a “aplicarme alguna de las diversas medidas previstas en la ley” por órdenes del gobernador, ya que al menos ella o yo deberíamos ir en el asiento trasero. Además, llevo horas tratando de entender cómo el máximo por auto puede ser de 1, siendo que siempre había pensado que ese era el mínimo (salvo cuando veía a KITT, respondiendo a Michael -el Auto Fantástico, para los no contemporáneos).

“Todos somos iguales, pero unos semos más iguales que otros”… Acabo de leer las letras chiquitas, la restricción es para los vehículos de uso particular, y algunos afortunados tenemos acceso a autos de servicio público, porque así nos lo concede la ciudadanía. Creo que ya empecé a entender… Las medidas socialmente iatrogénicas (que generan más daño aunque intentan curar) tienen que parar y/o dejar de ser sugeridas por los tales expertos.

*Jorge Valladares Sánchez
Doctor en Ciencias Sociales
Doctor en Derechos Humanos.
Especialista en Psicología y Licenciado en Derecho.
Presidente 2011-2014 del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán.

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