Por: José Zenteno Dávila.
El sábado 2 de
noviembre nos amanecimos con la noticia de que el presidente Andrés Manuel
López Obrador le decía al país, y se decía a sí mismo, que un golpe de Estado
no sería posible ya que cuenta con el apoyo de la mayoría de mexicanos que
eventualmente lo defendería ¿De dónde sacó la idea de un golpe de Estado el
ciudadano presidente? ¿Quién lo amenazó? ¿A qué viene ese cuento sin que el
teatro lo pida?
Aquí una versión del curso
de los hechos. Sucede que el General Carlos Gaytán Ochoa en su calidad de
orador ante la plana mayor de las fuerzas armadas nacionales, expresó el
malestar que existe entre la tropa y los altos mandos por la forma en que el
gobierno federal somete a los efectivos ante los ataques de la delincuencia. Gracias
a la política de “abrazos no balazos”, los soldados y marinos han sido objeto
de múltiples ataques donde han perdido la vida, la dignidad y hasta se ha
puesto en riesgo la seguridad de sus familias. Están enojados y tienen razón.
Acusan que desde el gobierno hay “halcones” que informan con oportunidad a las
organizaciones criminales de los operativos de las fuerzas armadas. Últimamente
han perdido en todos los enfrentamientos. También, reclaman por la forma de
conducir a las instituciones del Estado en franca desavenencia con los valores
inculcados a la tropa, al sembrar la división y el encono entre los mexicanos.
El discurso del
General Gaytán ha sido objeto de múltiples reacciones en la prensa. Los voceros
extraoficiales de la 4T lo retomaron durante la semana pasada para justificar
la política de López Obrador en contra de las organizaciones criminales. Me dio
la impresión de que era el propio régimen el que quería colocar el discurso del
General Gaytán en el primer plano de la opinión pública. Si no fuera así, el
presidente y su equipo de comunicación habrían saturado los titulares con otros
temas, lo hacen todas las semanas con su esquema de hiper comunicación que saca los asuntos de la agenda mediática tan
rápido como entran. Este no fue el caso, entonces cabe preguntarse ¿qué
pretende lograr el gobierno con este movimiento? ¿Cuál es el beneficio de
confrontarse con las fuerzas armadas?
Hay muchas
posibilidades, analicemos algunas de ellas partiendo de la base de que el
malestar existe y les asiste la razón a los militares.
Desviar la atención. Al advertir de un golpe de Estado, Andrés
Manuel López Obrador coloca la mirada de la opinión pública en ese hecho y no
en las causas que originan el malestar de los militares. Al gobierno no le
conviene que la población comience a cuestionarse si en verdad está del lado de
los buenos o de los criminales.
Crear división entre los altos mandos. Comenzará la cacería de brujas al interior de
las fuerzas armadas que será aprovechada para que algunos oficiales de alto
rango, leales al presidente, tomen posiciones de mando en medio de la confusión
y el encono.
Prevenir un golpe de Estado. Aunque el discurso del General Gaytán fue una
manifestación dura contra el gobierno no fue una advertencia en ese sentido.
Los golpes de Estado no se avisan, se ejecutan.
Victimizarse ante su pueblo. Andrés Manuel López Obrador es un genio de la
manipulación de masas, todos los estilos populistas requieren de esa facultad
innata. Si el pueblo bueno de AMLO le
compra la versión de víctima (que es lo más seguro), tendrá una motivación para
disculpar la crisis de inseguridad que vive el país por insuficiencias,
errores, carencias o complacencia del gobierno y de su aclamado líder.
Construir un nuevo enemigo del pueblo. La retórica de López Obrador se estructura en
torno al binomio amigo-enemigo, eso le facilita al pueblo bueno la identificación de quienes están en el bando contrario
y también advierte la inminencia de la confrontación, lo que provoca que el
pueblo se movilice. Es un modelo no una ocurrencia. Lo preocupante es que en
este caso, el nuevo enemigo del pueblo
bueno de AMLO es el ejército. A diferencia de otros países
latinoamericanos, el nuestro es un ejército cuyos mandos provienen de la base
no de las élites, ese carácter popular provocará un choque entre el mensaje del
presidente y la conciencia de la gente, cuyos efectos no se pueden anticipar.
Nuestro ejército no es golpista, es históricamente institucional.
Ninguna de esas
posibles causas que podrían haber motivado el mensaje del presidente es del
todo favorable en el terreno político. Sin duda fue un movimiento arriesgado.
Solo la desesperación conduce a tomar riesgos. ¿Será que Andrés Manuel López
Obrador está desesperado por la situación de inseguridad? ¿O será que estamos
llegando al momento en el que el presidente quiere comenzar a abrir sus
verdaderas intenciones? Solo si su plan es alterar el orden Constitucional al
estilo del “varguitas” de Baja California es que podría entenderse un
movimiento tan riesgoso. Porque nuestro Ejército es institucional y no será
condescendiente con la intención de prolongar el mandato de López Obrador.
Se advierte un nuevo
frente de la 4T pero ahora contra la misma 4T y el ejército del pueblo. Si el
plan del presidente es debilitar a las fuerzas amadas para que no se opongan a
una posible extensión del mandato presidencial, podemos estar al borde de la
mayor crisis política y social en lo que llevamos de este siglo.
Prudencia Ciudadano
Presidente, eso le exigimos todos, los que votaron y los que no votamos por
usted.