Por Enrique Vidales Ripoll
Falta poco tiempo para el inicio formal del proceso electoral de 2018. Los tambores de guerra ya se escuchan en todos los partidos políticos. No importa que la ley prohíba los actos anticipados de campaña. Los menos interesados de cumplirla son los que aspiran a jurar por su cumplimiento. Claro que será a partir de ahí la obligación. Mientras tanto, la carrera va exigiendo definiciones y posturas que dan lugar a la búsqueda del posicionamiento.
Sin embargo, una vez más los mexicanos transitan por el desencanto. Lo que esperaraba fuera una salida en el 2012 del desorden y la inacción política en los anteriores 20 años, hoy hay una caída muy en picada en la confianza a la institucionalidad, a las leyes y figuras representativas del sistema político mexicano.
Los dos primeros años de Enrique Peña Nieto fueron de grandes expectativas. La dinámica de transformación auguraba sacar al país de hueco político de una oposición que llegó al poder a servirse de éste. Atrás quedaban los discursos de las reformas estructurales. Se establecía una plataforma de negociación entre las fuerzas políticas que permitía coincidencias en temas centrales del desarrollo político, económico y social.
Pero se cruzaron los Ayotzinos. En una entidad federativa y municipio gobernado por la izquierda impulsada por Andrés Manuel López Obrador la incapacidad del gobierno federal en el manejo de la crisis le endosaron la factura. Empezaron entonces los desatinos. El camino se trastocó severamente. La campaña de polarización iniciaba. Una campaña que ha dado una consolidación con los maestros de la CNTE y su pretendida exhortación a la abrogación de la reforma educativa.
El grupo de confianza de Enrique Peña Nieto se compactó tanto que ha dejado de escuchar no solo a la militancia, sino a las voces experimentadas dentro del mismo partido. Creyendo que con solo el poder basta se han hecho oídos sordos de las demandas de los ciudadanos.
Lo peor que puede pasarle al PRI es un exceso se soberbia que impide darse cuenta de lo que sucede no solo en el país, sino dentro de su propio partido. Los datos de la caída presidencial no deben ser ignorados porque los contrarios se están fortaleciendo. Contra pronóstico Margarita Zavala encabeza una opción para el Partido de Acción Nacional, así como López Obrador es el puntero de MORENA.
Lo peor en el contexto político ha sido el fracaso de la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos. Aunque no se tuvo la altanería de emisiones pasadas de comprometer “x” número de medallas, la conducta viajera de Alfredo Castillo y sus acompañantes entre ellos su novia, así como sus desafortunadas declaraciones y polémicas, han venido a arrasar con las críticas en las redes sociales contra el sistema político mexicano.
Aunque por ley la gasolina no pueda aumentar más, el hecho de la subida representa un golpe duro y un mensaje contrario a la promesa de que ya subiría más. La disminución del 10 por ciento del gas LP es un paliativo que no tiene un impacto en el ánimo de la población que percibe una caída abrupta de su poder adquisitivo.
¿En dónde quedó la subida del salario mínimo esperado por la desvinculación de éste con el sistema de multas y pagos de derechos u obligaciones gubernamentales?
Muchas palabras, promesas y compromisos que no se concretan. Hechos que decepcionan y producen un desencanto en la población.
La noticia que hoy más vende es aquella donde hay una denostación contra la presidencia, especialmente la que atañe a Enrique Peña Nieto. No importa si tenga fundamento o no. La gran olimpiada mexicana es a ver quién le tira más fuerte al presidente.
Es la muestra de la sintomatología del desencanto del mexicano hacia las autoridades. Un desencanto que llega a la incredibilidad de las acciones y decisiones. No importa cuántas veces se llame a los jóvenes en no caer en la depresión. Éstos que tradicionalmente no se interesan en la política y el fondo de los procesos de toma de decisión social y económica están siendo olvidados.
No es con concursos, ni conciertos, ni sobreexposición en las redes sociales, mucho menos dando apoyos sea de gobiernos o dentro de los partidos políticos como se adquirirán más simpatizantes, adherentes, votantes o militantes a un partido o candidato específico. Se requiere de mucho más de fondo para realmente provocar la emoción que los lleve a manifestar una forma de participación.
El panorama en general es negativo para el PRI. Muchos ya apuestan en una entrega de poder y se espera que cada día que se acerque el proceso electoral la descalificación y denostación se acreciente para apuntalar.
¿Quién ganará la apuesta?
Solo el tiempo lo definirá.