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Enrique Vidales Ripoll
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Elecciones: más de lo mismo

Por Enrique Vidales Ripoll

En cada jornada electoral siempre se ha dicho previamente que resultará ser la madre de todas las batallas. Desde la ciudadanización de los institutos electorales y el proceso de alternancia política los procesos políticos se distinguen por situaciones que son dignas para un análisis profundo.

Lo que es cierto es que los procesos electorales en cuanto el conteo de los votos emitidos por los ciudadanos se consolida. El voto cuenta y permite conocer a un ganador de la jornada en poco tiempo con relativa certeza. Por lo cual la población, a pesar de los incidentes que resultan menores en una justa electoral, al día siguiente continúa sus deberes personales, sociales y profesionales. Por lo menos eso representa un avance con respecto a la confiabilidad en las instituciones y respeto al marco legal en materia laboral.

Sin embargo, la perspectiva es muy diferente en los senos de los partidos y en la clase política. A pesar de contar con un marco jurídico reconocido en el mundo, aún prevalecen las prácticas como la compra de votos, el hostigamiento electoral y demás estrategias para manipular un resultado favorable a la causa.

La legislación electoral es muy robusta. Implica las normas del proceso electoral, las etapas y responsabilidades de cada uno de los intervinientes, el financiamiento, fundamento y competencia de las instituciones electorales. Incluye la regulación de los partidos políticos, por lo menos en cuanto las normas que garanticen el cumplimiento de su objeto, programas, principios y plataforma política. A lo largo del tiempo se ha perfeccionado con mejoras y candados, inclusive trastocando la libre fluencia de información en los medios de comunicación.

Pero de poco sirve ya que en plena operación de la jornada las prácticas que se pensaban desaparecidas resurgen, sin que exista consecuencia que castigue con ejemplaridad efectiva las deficiencias que enlodan los procesos electorales.

En un país que vive una crisis de credibilidad en sus instituciones la visión de desconfianza se fortalece en cada proceso electoral. Significa evidentes retrocesos al camino ya ganado y supuestamente asegurado. Lo que provoca, al finalizar el proceso electoral, una nueva discusión sobre la eficacia y eficiencia del actual conjunto de leyes electorales. Parece el cuento de nunca acabar.

Pero el problema no se limpiará de fondo. Hasta cierto punto así lo han convenido los partidos políticos. Unos a otros se protegen dentro de las reglas de un sistema que privilegia un proteccionismo partidista. Es la confabulación política que provoca mantener un status quo en los organismos de decisión y lucha política. La confirmación que la partidocracia sigue vigente en nuestro país.

Valdría la pena analizar la cuestión de quién en realidad salió ganado en el actual proceso electoral. Alguno podrá decir que los ciudadanos en virtud de tratarse de un acontecimiento cívico. Pero, ¿esto se traducirá en un auténtico beneficio del ciudadano cuando se tenga que elegir al equipo de trabajo o al momento de definir las políticas públicas, acciones y decisiones de gobierno?

Lo malo que no hay bola de cristal ni adivino que nos pueda asegurar una certera predicción. Por lo cual estamos sujetos a lo que el hecho futuro, no predecible. Este es un punto débil de la democracia. Uno que conlleva a la posibilidad de la desilusión como consecuencia posterior a una decisión electoral.

Quien tenga hoy en día una percepción triunfalista con respecto a posibilidades de victoria electoral para el 2018 se está adelantando mucho. Es cierto que estas elecciones fueron experimento de nuevas estrategias de decisión y marketing político. Se dieron, además, dentro de un contexto social peculiar por el tiempo y los factores de decisión política en influyeron en el ánimo y decisión de los electores.

Para las próximas elecciones muchas cosas pueden pasar. Desde los derrotados que analicen y tomen las mejores decisiones, hasta los nuevos gobiernos que pueden quedar desgastados si ni cumplen con erradicar las malas prácticas de gobierno que fueron la fuente para el voto de castigo. La moneda está al aire. Dependerá por mucho de lo que se haga y se deje de hacer durante los próximos años.
Concluyo con una frase de mi compañero periodista Alejandro López Munguía: “Lo único que tienen seguro los partidos políticos es la derrota”… A la que complemento: es por ello que un partido que no esté preparado a resurgir o reinventarse después de una derrota, no debe tener el derecho de sobrevivir más.

AL CALCE. Deberá el PRI analizar muy bien la viabilidad de la propuesta del presidente con respecto a los matrimonios igualitarios. Si se pensaba que iba a ser un factor para mostrar un rostro más incluyente y democrático. Sin embargo, propició que las asociaciones civiles que defienden la estructura de familia universal y base fundamental de la sociedad se unieran a nivel nacional en acciones claras como manifestaciones en las sedes del PRI y posicionamiento del tema en las redes sociales.

¿Habrá sido la propuesta del matrimonio igualitario factor sorpresivo que cambio la preferencia anunciada a favor del PRI en la jornada electoral?

Para algunos no priistas como también integrantes de ese instituto político, consideran que aún sin ser un factor definitivo, la influencia no se puede negar.

En los cambios de rumbo que se anuncia para el tricolor, ¿estamos ante la “muerte del matrimonio igualitario”?

Algo que sin duda solo el tiempo dará una respuesta.

Enrique Vidales Ripoll
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