..él era el hijo de un pequeño comerciante de una localidad muy hermosa. Dibujada entre montañas, valles y verdad. Le gustaban las palabras porque con ellas podía hablar de lo que al corazón le importa. Era un ser de ley y de sensatez, de lealtad y de sentimiento.
Se encontraron con él una noche de agosto, en el monte, contemplando todos el silencio y las estrellas. Y hablaron, poquito, en seda y susurros, qué bonita estaba la madrugada, qué bien huele la España rural, qué bonita es nuestra tierra, qué sabor tiene el verano…
El niño se metió en la cama cuando rompía, despacioto, el día. Le fascinaba ver estrellas con su papá. Aquella noche había sido tan fascinante… ojalá el cielo siempre luciera tan transparente. Amaba la claridad. Qué bien le había caído aquel hombre tan sereno…
Tal vez era amigo de su papá, porque le había saludado. A él, que cojeaba desde la primera infancia por un accidente, le creció la fuerza en el alma escuchando a aquel tipo. Hablaba de toreo y de Morante, de entrega y de historia, de fuerza y de emociones..
De ser, saber ser, estar y saber estar…
Era el hijo de un pequeño comerciante, había dicho… Se dormía el pequeño…
Dedicado, con respeto y afecto, a Santi Abascal
A mi grupo de whatapp Oigan.. sin palabras, puro disfrute
Al jefe, siempre
A mi querido Luis
A Carlos
A las personas de verdad y de ley
A Morante. A morantistas…
A la claridad
Al toreo
A la historia, a las historias
A las estrellas
