El 29 de septiembre de 2024, un ataque aéreo israelí en Beirut resultó en la muerte del líder de Hezbolá, Hasán Nasralá. Esta ofensiva ha intensificado las tensiones en la región, con Israel preparando una posible incursión terrestre en el sur del Líbano, según reportes internacionales. El ataque fue parte de una serie de operaciones militares israelíes destinadas a desmantelar las capacidades de Hezbolá, un grupo chií respaldado por Irán que ha sido considerado uno de los mayores rivales de Israel en la región.
El ataque, que también destruyó gran parte de la estructura de mando de Hezbolá, forma parte de una campaña más amplia que incluye objetivos militantes en Gaza y otros territorios. La respuesta de Hezbolá no se ha hecho esperar, con su nuevo líder interino, Naim Qassem, amenazando con una mayor escalada si Israel continúa con sus operaciones.
La situación ha generado preocupación internacional, con países como Estados Unidos y sus aliados llamando a un cese al fuego, mientras que la ONU ha suspendido las actividades de sus fuerzas en la región debido a la intensidad de los combates. A pesar de los llamados diplomáticos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha mostrado poco interés en detener las acciones militares, lo que podría derivar en una mayor confrontación.