La Revista

Escuela para la Vida

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez*.

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A B C de la Educación Cívica

En los 60’s y 70’s, me parece recordar,
la idea de los padres al mandarte a la escuela era: “que se te quite lo
burro”, aprender a escribir y sacar cuentas, “pa’ que no te vean la
cara”. Ya en los 80’s el objetivo era “ser alguien en la vida”,
lograr una profesión o al menos un oficio si “no te daba la cabeza”;
asumo que sin escuela hubieras sido nadie… para los 90’s ya había logros más
claros, aprender inglés y computación, para “triunfar en la
sociedad”…

Ya en los 2000’s la vertiginosa andanada de lo necesario para ser tú,
desde la nutrición hasta la meditación y decenas de posibles nuevas materias de
la maldita posmodernidad… Todo importante, y factiblemente útil, pero la
pregunta sigue siendo cómo, a qué horas y, sobre todo, quién será capaz de
formar en todo eso a nuestros niños/as.

Nuestros maestros no fueron formados así, e incluso algunos/as pocos hoy
no tienen ni las competencias de antes o están ocupados en temas sindicales o
políticos. La familia… cada vez más complicada, los padres cada vez más distantes
de la universidad parental y más demandados por la vida y el sistema. Y además
escuela y casa cada vez más en conflicto o ‘pior, que es peor que peor, en
indiferencia.

¿Será que de tiempo en tiempo lo que necesitamos de la educación cambia
tanto? O a qué vamos respondiendo con tal saturación del panorama educativo.
Pienso q a final de cuentas de lo que se trata en casa y en la escuela, e
incluso en la comunidad es que A. logremos ser auténticamente humanos, B.
Vivamos en armonía con los/as demás y C. Amemos activamente lo que somos como colectivo.

El rubro de la Educación Cívica tiene como finalidad convertirnos en
CUIDADANOS (ciudadanos/as), como decía mi hijo a sus cuatro años, cuidadores de
lo que nos pertenece en común, de lo público; de la calle, el parque, el seguro
social, las decisiones sobre educación y economía, el uso del presupuesto…
todo eso que hemos aprendido a mirar como ajeno, como coto de poder de los
políticos/as, del gobierno, de los que “yo jamás seré”… creérnosla
que todo lo público es nuestro, involucrarnos, usarlo, asegurar sea para el
bien común. Y es que así es, pero hace décadas o siglos que no funciona de ese
modo.

Esta semana mi andar profesional me
llevó a compartir con amigos/as de la Secretaría de Educación del Estado de
Jalisco a compartir lo que en Educación Cívica corresponde hacer, esto dentro
de una atrevida apuesta que denominan ReCrea: Escuela para la Vida. Valiente
decisión de explorar nuevos recursos en la educación pública y de atreverse a
recibir retroalimentación de especialistas en cada rubro que en ello incluyen.
Mi reconocimiento a Gloria Barajas y todo su Equipo.

El punto aquí es ¿cómo formar a nuestros niños en algo que la amplia
mayoría de los adultos no creemos ni practicamos? Padres y maestros interesados
en hacerlo sí necesitan ayuda. Y puede venir de un equipo complementario de
talleristas, que es una estrategia cada vez más recurrida, pero la solución
siempre pasará por el mismo requisito: lograr que las personas encargadas de la
formación SEAN como se desea que sean los/as aprendices.

De esta manera es que afirmo que la Educación Cívica en cualquier
programa educativo tiene que ser transversal, no de palabra, sino de proceder
cotidiano.

Volvamos a la Psicología del Hilo Negro (ya abordada en la publicación
####), sabemos lo que tenemos qué hacer, el problema es que no lo hacemos a
diario, sanamente y adecuadamente.

Recordemos tres bases del aprendizaje que todos conocemos. Se aprende más
a través del ejemplo; los educadores TIENEN que ser modelo de lo que pretenden
enseñar.            Aprender es un
proceso; no hay manera de que una clase, una experiencia, ni siquiera un curso
logre el aprendizaje completo de algún tema complejo. La acción es un
ingrediente necesario del aprendizaje, es la base del cambio de comportamiento
que es la esencia de aprender; el/la aprendiz tiene que practicar, fallar, retroalimentarse,
mejorar… nada significativo se aprende con puros sermones o pláticas.

En pocas palabras el nombre del programa es acertado se requiere una
escuela y una casa que se enseñe para la vida, viviéndola, con personas que
vivan como pretendemos que vivan los/as aprendices. El reto es lograr que
maestros/as, talleristas y padres/madres sean el tipo de ciudadanos/as que deseamos,
acompañen día a día el proceso mostrando cómo actuar, siendo mentores de los
avances e inquietudes de los/as aprendices y provoquen la práctica cotidiana de
los comportamientos de civilidad, tales como la toma de decisiones en
colectivo, el buen cuidado de sí mismos, la convivencia armónica, la práctica
de valores, la participación en los asuntos de todos/as.

¿Y por dónde empezar?, si ya estamos como estamos y parece el cuento de
nunca acabar…

Mi propuesta es: por las Bases Formativas (que también ya compartí en La
Revista ####). Lo ideal es que recibamos durante la niñez, de uno o más adultos
significativos, frecuente, suficiente y sano afecto para desarrollar seguridad
propia, disciplina para hacernos adaptables y oportunidades, que al aprender a
aprovecharlas desarrollamos nuestra eficiencia. Todo esto sin mezclar, cada
elemento suficiente y frecuente, pero sin confundir uno con otro. Con ello lograríamos
niños, adolescentes y adultos autosuficientes.

Pero es el caso que, revisando cómo andamos, parece ser que también de
esto tenemos carencias muchas personas. Así que viene aquí la mayor de las
bondades de las bases formativas: en el momento en que se den y de quien venga,
sirven.

O sea que muchos niños desarrollan algún
grado de autosuficiencia aún si sus padres o maestros no se las proveyeron, o
no totalmente, sino algunos otros adultos o vivencias.

Un programa innovador y atrevido como el de Jalisco o cualquiera que
pretenda hacer un cambio social real, requiere esta visión utopista y este
actuar persistente. Así que mi aportación es proponerles que, en general, pero
especialmente en la formación cívica el equipo docente y cualquier integrante
que se una al proceso educativo pase por un reentrenamiento vivencial de su
propia autosuficiencia, a través de fortalecerse en afecto, disciplina y buen
manejo de las oportunidades. De este modo es posible contar con modelos más
adecuados de lo que queremos formar y que lo hagan en lo cotidiano, mientras
instruyen aritmética y mientras procuran estimular inteligencias múltiples, en
el aula, en los recreos, al entrar, al salir, en las tareas y en las calificaciones.
Personas enseñando a vivir a otras personas mientras con-viven. Y lo mismo puedo
decir hacia las familias.

Los espacios formativos tienen que constituirse en comunidad, hacer
comunidad, vivirse comunidad.

El movimiento se demuestra andando… a
vivir se enseña y aprende viviendo. Conversemos de cómo hacerlo.

*Jorge
Valladares Sánchez

Consejero Electoral del
Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Yucatán.

Doctor en Ciencias
Sociales y Doctorante en Derechos Humanos.

Especialista en Psicología
y Licenciado en Derecho.

Presidente 2011-2014 del
Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán.

Jorge Valladares Sánchez
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