La Revista

Escupitajos

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas. 

La degradación de la política mexicana hace sexenios
que la hemos padecido. Desde el sexenio de Díaz Ordaz no habíamos visto a una
sociedad tan confrontada que diera paso a una guerrilla que sentía que su única
esperanza para ser escuchada ante la desigualdad que padecían era la
confrontación y la aniquilación de sus semejantes ante la impunidad y los
excesos de quienes ejercían el poder.

Esos eran los signos de esos tiempos cuando la gente
decía basta a los excesos del poder hartos de una clase política que se sentía
omnipotente y omnipresente.

Eran los días en que nadie se atrevía a contradecir al
poderoso y se acuñaron frases tan estúpidas que hoy siguen teniendo vigencia:
“¿qué hora es? La que usted diga, Sr. Presidente o aquella que hablaba de los
cocodrilos que volaban, pero bajito porque el máximo líder así lo había
comentado.

En el México del siglo pasado asistimos a muchas
manifestaciones de hartazgo y la violencia contra quienes pensaran distinto se
manifestó con el asesinato de periodistas, Manuel Buendía o el Gato Félix, por
citar a dos icónicos o la frase de Salinas refiriéndose a los perredistas que
ni los veía ni los oía, menos los escuchaba.

Nos despertábamos conociendo el escándalo de Carlos
Hank Rhon Jr. siendo detenido por la aduana cuanto traía al país animales
exóticos o piezas de cacería y cantidades infames de reliquias y souvenirs
exóticos muy caros sin que hubiera consecuencia para él o para su padre el
icónico Profe Hank, acuñador de frases tan vergonzosas como esa de que “el
político pobre es un pobre político”.

A ratos, había destellos de genialidad como la de
Reyes Heroles abriendo el paso de la clandestinidad a muchos militantes de
izquierda proscritos por el régimen priista de esos días, o filosofía política
como “la forma es fondo” o esa que decía que en política “lo que parece es”.

Vimos surgir a gente como Juan de la Cabada, o a un
Heberto Castillo o a un Gilberto Rincón Gallardo todos encerrados por un
régimen que no permitía el disenso, como si fueran poseedores de la verdad
absoluta que lo llevaba al hurto electoral que consideraban patriótico.

Manifestaciones que uno no esperaría de un culto José
López Portillo, o de políticos que acreditaban su sumisión al poderoso
defenestrándose en público para no lastimar al jefe del momento.

Esa tradición aberrante que muchos creímos superada,
la vemos muy claramente repetirse todas las mañanas en una política de
escupitajos y gargajos contra quienes se manifiestan contrarios a las
ocurrencias de la 4T o de su líder que lo mismo ofende y agrede a los
parlamentarios europeos que se exhibe disculpando infamias como las que
perpetra hoy Gertz Manero abusando del cargo y del poder del Estado.

¿Qué esperar cuando se insulta a mansalva desde la
principal tribuna matutina del país y lo mismo se manifiesta desprecio, se
exhibe ignorancia o se justifican delitos cometidos por los cercanos?

Los parlamentarios europeos han sido acusados de todo
sólo por describir un país en el que matar mujeres, o policías y más aún periodistas
se ha convertido en deporte nacional precisamente por quienes juraron respetar
una Constitución que violentan a diario no sólo desde Palacio sino también
desde el Congreso promoviendo leyes dignas de una “república bananera”.

Los peores vicios de la política nacional exhibidos
sin rubor ensalzando con decenas de mentiras diarias las justificaciones para
la ausencia de políticas públicas exitosas.

Hoy, la caja china del gobierno se fomenta todos los
días para distraer a quienes creen que desde Palacio se dicta la agenda de un
país que no sólo está depauperado sino que asiste al empobrecimiento de quien
presume ser el presidente de los pobres, esos que hoy se multiplican quizá para
que haya a quien gobernar.

Y los borregos parlamentarios europeos merecen las
excrecencias verbales mientras los propios, investidos de gobernadores de la 4T
o diputados y senadores al servicio del máximo patrón se ufanan de exhibirlos
en esa penosa osadía de decirnos una verdad que apesta.

Nada exhibe tanto a una persona que lo que dice, que
cómo actúa y los adjetivos que profiere contra quienes también son sus
gobernados. ¡Vaya osadía: exigir resultados!

Mientras las focas aplauden, los beneficiados del
régimen se esfuerzan por encontrar epítetos contra quienes no comparten las
buenas nuevas porque ellos ¡vaya que son diferentes! siendo tan idénticos a
quienes hoy sustituyen, pero en su peor versión.

¿Vas a votar porque se quede Andrés? Te preguntan,
pero no saben quién es quien lo está sacando y en el camino cierran escuelas de
tiempo completo, no le dan dinero al INE y no dejan de gastar en obras
fastuosas mientras los niños mueren de cáncer. Patético humanismo.

José Francisco Lopez Vargas
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