Editorial La Revista Peninsular
Después de una semana, la guerra entre Rusia y Ucrania
continúa. Mientras el ejército ruso avanza lentamente en territorio ucraniano,
las sanciones de la comunidad internacional en contra de Rusia se robustecen en
un esfuerzo por ejercer presión para detener el conflicto. Por su parte, el
presidente López Obrador ha recibido críticas pues, aunque ha reprochado la invasión,
también se ha rehusado a imponer sanciones en contra del Kremlin.
El pasado miércoles 23 de febrero (24 de febrero en
Moscú), el presidente Vladimir Putin anunció una operación militar especial en
Ucrania y ordenó a sus tropas invadir dicho país. Tras una semana de intensas
batallas, no está claro cuántos decesos ha habido pues ambos bandos comparten
cifras distintas; sin embargo, se estima que al menos 9 mil personas, soldados
y civiles, han muerto.
A pesar de contar con un ejército menos numeroso,
Ucrania ha logrado resistir la invasión. Esto ha representado un problema para
Rusia pues, según sus pronósticos, la operación militar debió haber sido más
rápida y sencilla. Al Kremlin le ha salido caro este error de cálculo, no solo
por el costo que implica sostener una guerra en otro país, sino también por las
sanciones que se han acumulado en su contra durante este tiempo.
Si bien, la comunidad internacional ha evitado enviar
tropas a Ucrania para auxiliar en la defensa de su territorio, sí les han enviado
armas y recursos, así como igual han impuesto restricciones económicas a Rusia.
Más de 30 países, que juntos representan más de la
mitad de la economía mundial, han anunciado sanciones y restricciones de
importación en contra de Rusia, y oligarcas rusos, con el objetivo de aislarla
del sistema comercial internacional y limitar su desarrollo armamentístico. De
igual manera, múltiples empresas y organizaciones internacionales se han sumado
a las sanciones y bloqueos, entre las cuales destacan Google, el Banco Mundial,
la FIFA, Disney, Fedex, DHL, los Juegos Paraolímpicos, Spotify, Apple, Ford,
Volkswagen y el Festival de Cannes.
Mientras que algunas acciones, como retirar a Rusia
del sistema financiero internacional denominado Swift, tienen el objetivo de
mermar su economía para que sea insostenible financiar la guerra, otras
acciones, como impedir la participación de la selección rusa en la Copa Mundial
de fútbol, buscan generar descontento en su población para que disminuya el
apoyo a la operación militar. A fin de cuentas, lo que se busca con todas estas
sanciones es que a Rusia le sea demasiado costoso, en todos los sentidos,
seguir con la guerra.
El gobierno mexicano ha mostrado una postura ambigua
respecto al conflicto. Por un lado, el presidente López Obrador ha dicho que
rechaza que países financien a grupos separatistas en países extranjeros, el
espionaje y la violación a la soberanía de las naciones. Igualmente, ha
afirmado estar en contra de las invasiones pues México fue invadido en el
pasado.
No obstante, por el otro lado, el mandatario mexicano
ha descartado imponer sanciones económicas a Rusia por considerarlas
demostraciones innecesarias de protagonismo las cuales no tienen espacio en la
política exterior y también porque su objetivo es tener una buena relación con
todos los gobiernos del mundo. Además, López Obrador ha reprochado que redes
sociales etiqueten contenido que constituye propaganda rusa pues, según el
titular del ejecutivo, implica un acto de censura; sobre esto último, recordó que
también se quejó cuando Twitter cerró la cuenta del entonces presidente
estadounidense Donald Trump.
A nadie debe sorprenderle que Andrés Manuel López
Obrador rechace imponer sanciones económicas a otro país. Debido a su formación
de izquierda, la cual rara vez aplica en su gobierno, el presidente tiene un
rechazo profundo a los bloqueos económicos por lo que pasó en Cuba durante el
siglo pasado. De igual manera, el presidente constantemente hace alusión a la
política de no intervención para justificar su inacción ante temas
internacionales, aun cuando ese silencio pueda interpretarse como una postura
específica, como ocurrió cuando omitió reconocer la victoria de Joe Biden en el
2020.
Con respecto a la presunta censura en redes, el
presidente Andrés Manuel ignora, o finge ignorar, que el objetivo de la medida
es especificar qué contenidos provienen de medios de comunicación controlados
por el gobierno ruso, los cuales deben considerarse como propaganda. Si se
hacen éstas etiquetas, no es para afectar la libertad de expresión de Rusia,
sino para proteger el derecho a la información de las demás personas. No se
debe pasar por alto que la libertad de expresión no significa libertad para
difundir información falsa, especialmente cuando ésta busca justificar una invasión
a una nación soberana.
Ahora bien, la realidad es que las sanciones que
pudiese imponerle México a Rusia serían mínimas en comparación con las que ya
han impuesto otros países, pero esto no significa que la postura del presidente
López Obrador sea correcta.
Es criticable el hecho de que hace unas semanas haya
planteado suspender relaciones con España sin ningún motivo específico y, ahora
que Rusia injustamente invade a Ucrania y presuntamente comete crímenes de
guerra, dice que su gobierno busca ser amigo de todos. Asimismo, es reprochable
el que, una vez más, el presidente Andrés Manuel se ponga del lado de
dictadores y líderes poco democráticos como antes lo hizo con Nicolás Maduro de
Venezuela, Daniel Ortega de Nicaragua o Donald Trump en Estados Unidos.
Estaremos al pendiente de cómo evoluciona el conflicto
bélico y cuál es la reacción del gobierno mexicano. Lo más probable es que no
haya sanciones ni nuevos reproches por parte de México hasta que la crisis
humanitaria escale por actos que evidentemente vulneren la vida de civiles.
Esperamos con todo el corazón que la situación no llegue a tal nivel y que
pueda haber una pronta solución pacífica a esta lamentable guerra.
