La Revista

Están viendo la procesión y no se reclinan

Marco Cortez Navarrete
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Por: Marco Antonio Corte Navarrete.

No sé cómo iniciar este texto.

Realmente estoy confundido, muy confundido respecto al comportamiento de los mexicanos e de paso de mis paisanos yucatecos y habitantes que han adoptado esta entidad como su nuevo hogar.
Entiendo muy bien que hay gente que tiene que abandonar sus casas todos los días buscando el pan para sus hijos, ya que sin su trabajo cotidiano no tendría para comer, vestir y comprar el jarabe o las aspirinas en SIMI para seguir viviendo, o, mejor dicho, sobreviviendo.

Es a estas personas a las que hay que ayudar, y en Yucatán, sin retórica y demagogia se está haciendo con todo el esfuerzo que esto implica.

Pero también, debo decir, que hay gente “culta”, “preparada”, “consciente” que no quiere aceptar y mucho menos acatar lo que es una emergencia sanitaria y con esto el parte llamado a permanecer en sus hogares para evitar contagiarse con el Covid-19 y poner en riesgo su vida, o la de otros seres queridos: papás, abuelos, hijos, primos, amigos, etcétera:

Ayer domingo -por medio de las redes sociales- fuimos testigos de la ignorancia y desobediencia de centenares de personas que se dirigieron a las playas del litoral como si no sucediera nada, como si todo estuviera normal o más aún, que se trata de una “burda mentira” “de una broma” aquello de la epidemia que ya contagió y mató a miles de personas en todo el mundo y donde México no ha sido la excepción.

Como diría mi abuelita Olda, si viviera, “están viendo la procesión y no sé hincan”.

Tal vez a la gente que fue a como dé lugar a la playa, muchos de ellos, supuestamente, a ver el estado de sus casas a la orilla de mar, no les importe si se enferman o no, pero ¿no piensan en los demás? ¿en algún integrante de su familia, amistades cercanas o simplemente con alguien con quien se encuentren en el futuro y sea aquel más vulnerable al contagio?

¿Dónde está sensibilidad? No nos basta con lo que vemos y escuchamos sucede en otras partes del mundo. ¿Acaso queremos quemar a los ancianos o indigentes en la vía pública como pasó en Ecuador, una vez que fallecieron víctimas del COVID-19 y que por su condición socioeconómica no tuvieron la oportunidad de recibir atención médica cuando menos para paliar su agonía?

Ya lo dije y lo repito, el gobierno local, a diferencia de otros incluyendo, al federal y al propio López Gatell, a quien respeto y admiro, está trabajando para que el impacto de lo que será inevitable sea lo más atenuado posible. ¿Y la sociedad, nosotros, que estamos haciendo? De verdad creemos que estamos cumpliendo las indicaciones de las autoridades o seguimos pensando que la pandemia es un engaño o parte de “una estrategia para un nuevo orden mundial”. Sinceramente me duele ver, a la gente “culta y preparada” expresándose de manera infantil y tonta, a veces grosera e prepotente, ante esta terrorífica pandemia mundial.

Yucatán está luchando y ya se dijo, reiteró y enfatizó que lo peor está por venir, así que prepárense porque cuando eso suceda, que pido a Dios a Nuestro Señor, me equivoqué, no lanzaremos a señalar a las autoridades buscando culpables, aun sabiendo que el error es nuestro por no hacer lo que debimos. Será entonces y solo entonces cuando nos demos cuenta, cuando testifiquemos que nuestras lanchas o casas a la orilla del mar eran lo de menos.

¡Feliz Domingo de Resurrección!

Hasta la próxima.

Marco Cortez Navarrete
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